Al principio, María Luis
a de Orleáns (1662- 1689), hija del I duque de Orleáns, Felipe de Borbón y Austria, y Enriqueta Ana Estuardo, y nieta, por tanto del rey de Francia Luis XIII de Borbón y del rey de Inglaterra Carlos I Estuardo, no estaba destinada a ser la primera infeliz esposa de
Carlos II de Austria, rey de España (1661- 1700).
Cuando Carlos II cumple catorce años en 1675, su poderosa madre, Mariana de Austria, termina su regencia. El joven es rey es mayor de edad y se hace necesario comenzar la búsqueda de una esposa adecuada para él. Realmente nadie pensaba que iba a llegar ese momento, pues Carlos II es un joven enfermizo desde que nació, cargado de taras físicas y psíquicas, fruto final de los matrimonios endogámicos de la Casa de Austria española. Es el último Habsburgo español y con él terminaría la rama española de esta poderosa familia: la monarquía española se extingue y están en juegos los territorios del imperio español.
A la hora de buscar esposa, el tema es de interés internacional, un matrimonio de Estado más para la casa española. Interesa un enlace que pueda acabar con la guerra que se libra contra Francia desde 1667: el ejército francés ha invadido Flandes y el peso económico es demasiado fuerte para la debilitada economía española. La Paz de Nimega firmada con Francia en 1678 debe sellarse con un matrimonio entre un príncipe español y una princesa francesa, y sólo queda viva la sobrina del rey Luis XIV, María Luisa de Orleáns. Se espera con esto, además, que Francia devuelva las plazas de Flandes, cosa que no aceptará el país vecino.
Los novios pronto se intercambian retratos, siguiendo la costumbre de la época. Carlos II está tan emocionado con su próxima boda que no para de besar el cuadro enviado desde Francia. No en vano, María Luisa es considerada una de las bellezas del momento: morena, ojos oscuros y almendrados, nariz afilada, alta y proporcionada, de buena salud. El matrimonio se celebra primero por poderes en Fontainebleau, el 31 de agosto de 1679, el mismo día que se ratifica la esperada firma de la Paz de Nimega.
¿Y qué pensaba, con todo esto, la princesa francesa? Durante todo este tiempo de negociaciones se ha negado al matrimonio, jurando entrar en un convento si se la obligaba a casarse con el decante rey español. Además, las costumbres de la Corte española son vistas con malos ojos en la francesa, y se recuerda la vida triste de anteriores princesas españolas llamadas a ser reinas de España: Isabel de Valois (tercera esposa de Felipe III) e Isabel de Borbón (primera esposa de Felipe IV). Desde pequeña frecuentaba la corte de Versalles, jugando y haciendo confidencias con el delfín de Francia, su primo hermano Luis, de forma que desde muy joven se había alimentado la ilusión de que algún día sería llamada a casarse con él.
A pesar de su decepción, la princesa francesa intentará concebir un heredero de Carlos II, cosa que nunca ocurrió (se intuía ya entonces que padecía de eyaculación precoz y sus numerosas taras físicas impedirían el ansiado heredero). Nunca fue amiga de intervenir en asuntos políticos internacionales, aunque al final de su vida llegó a simular embarazos para, de esta manera, influir en decisiones beneficiosas para Francia, sabiendo el alto aprecio que su esposo tenía por ella. Finalmente, aislada en la Corte, sin la gran parte de los cortesanos y damas que vinieron con ella desde Francia, muere tras una terrible agonía, fruto de un accidente ecuestre. Rápidamente circula en la Corte que la reina ha sido envenenada. Y tal vez, en parte, fue cierto, pues la joven llevaba una mala alimentación y numerosos remedios naturales, que, en teoría, iban a permitirle concebir un hijo el último Austria español...