La tradición de representar de forma plástica el nacimiento de Cristo aparece ya en las catacumbas del s. II.
Pero fue San Francisco quien, la Nochebuena de 1223, puso en práctica el primer Nacimiento, en Greccio -localidad cercana a Roma, donde la orden franciscana contaba con un pequeño santuario. El santo había previsto que la Eucaristía se celebrara en una gruta, donde se había previsto un altar sobre un pesebre, junto a una mula y un buey; posiblemente San Francisco buscaba recrear la pobreza y la humildad del relato evangélico de la manera lo más fiel posible, causando con la escenografía y su predicación sobre el nacimiento de Jesús un gran impacto emocional entre los fieles.
La costumbre de representar el nacimiento de Cristo se extendió por Italia de la mano de franciscanos, clarisas y capuchinos, llegando luego a otros países, como Alemania, Austria, Polonia o Hungría. En España fue introducido por Carlos III -que había sido antes rey de Nápoles y al que su padre, Felipe V, le había regalado uno de barro-, que lo mandó construir para distracción de su hijo, el futuro Carlos IV; a esta recreación se le llamó "Belén del Príncipe", formado por 180 figuras de más de medio metro de altura.
Pero fue San Francisco quien, la Nochebuena de 1223, puso en práctica el primer Nacimiento, en Greccio -localidad cercana a Roma, donde la orden franciscana contaba con un pequeño santuario. El santo había previsto que la Eucaristía se celebrara en una gruta, donde se había previsto un altar sobre un pesebre, junto a una mula y un buey; posiblemente San Francisco buscaba recrear la pobreza y la humildad del relato evangélico de la manera lo más fiel posible, causando con la escenografía y su predicación sobre el nacimiento de Jesús un gran impacto emocional entre los fieles.
La costumbre de representar el nacimiento de Cristo se extendió por Italia de la mano de franciscanos, clarisas y capuchinos, llegando luego a otros países, como Alemania, Austria, Polonia o Hungría. En España fue introducido por Carlos III -que había sido antes rey de Nápoles y al que su padre, Felipe V, le había regalado uno de barro-, que lo mandó construir para distracción de su hijo, el futuro Carlos IV; a esta recreación se le llamó "Belén del Príncipe", formado por 180 figuras de más de medio metro de altura.
4 aportaciones:
Un belén hecho con mucho gusto
Una tradición, un pasatiempo. En el pueblo donde vivo hay costumbre muy arraigada en esto de los belenes. Hay gente que hace algunos gigantescos que ocupan 20 o 30 metros cuadrados y los hacen en el garaje de sus casas. Un año fui miembro del jurado que tenía que otorgar el premio al mejor belén y fue difícil porque había dos o tres buenísimos, con noria y río funcionando.
Una tradición que espero que no se pierda, independientemente de las creencias de cada uno, porque forma parte de nuestra cultura.
Un saludo.
Gracias, Vicente. Lástima que tenga poco sitio en casa... El que hacía en casa de mis padres ocupaba sus buenos metros cuadrados y a todo detalle.
Un abrazo.
Cayetano,
no estoy en contra de la tradición del árbol de Navidad, y entiendo que es más cómodo y ocupa menos espacio. Pero prefiero los belenes tradicionales.
Este año no he podido, pero otros siempre bajo a Madrid a ver los que organiza la asociación de belenistas.
Un abrazo.
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