La Escuela de Atenas (Rafael)


Posiblemente, el fresco de La Escuela de Atenas (1509) sea la obra más conocida de Rafael Sanzio.
Destinada a decorar una de las Estancias Vaticanas, mide casi ocho metros de largo y aporta al arte renacentista la capacidad de crear espacios y perspectivas con marcos arquitectónicos (en este caso, simulando un templo de inspiración romana, tal vez la propia Basílica de San Pedro, que por entonces se encontraba en construcción). Las otras Estancias estaban decoradas con temas de Teología, Derecho y Medicina.

Rafael aprovechó la oportunidad para representar la Filosofía, mostrando los personajes principales de esta disciplina -algunos de los cuales son retratos de sabios de su tiempo, como Leonardo, que es Platón, o Heráclito, que es Miguel Ángel. Bajo una cúpula de casetones sostenida por columnas, alrededor de un graderío se disponen todas las figuras, que recuerdan el aspecto monumental de las pinturas de Miguel Ángel -pintando la Capilla Sixtina en este momento-, dejando un espacio central presidido por Aristóteles y Platón, como representantes de los dos movimientos filosóficos de la Antigüedad: el racionalismo y el idealismo. Los colores, variados, parecen adaptarse a la personalidad de cada personaje.




  • Podrás ver quién es cada personaje o saber algo de ellos pinchando aquí, aquí y aquí.
  • Una imagen con el nombre de los personajes, aquí.
  • Una explicación sobre esta obra, aquí o aquí.

Resultado de la última encuesta (enero 2011)

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La Escuela de Atenas: 26
Florence Nightingale: 3
Un libro sobre los lamas: 4
Una de incas: 15

Votos: 48

Puedes ver la entrada pinchando aquí.

El origen mítico de Nápoles.

Las cuatro hijas del río Aqueloo amaban cantar, y en eso dejaban deslizarse las horas... Sus cantos atraían a marinos, espíritus y a los mismísimos dioses -por eso la diosa Afrodita les había castigado, mudando su aspecto de bellas mujeres por el de híbridos de cabeza y busto femeninos, pero cuerpo de pájaro. Para compensar, Zeus les había regalado alas.

Desde hacía tiempo las sirenas rivalizaban con las siete musas, hijas de Zeus, cuya maravillosa belleza y espléndida voz hacía que fueran siempre invitadas a los banquetes de los dioses. Las sirenas deseaban ese puesto, pero nunca las llamaban por su violento carácter. Así, un día se presentaron en una de las divinas fiestas, pidiendo a los dioses que allí se encontraban que juzgaran qué grupo cantaba mejor: si ellas o las musas. Las voces se elevaron cristalinas y puras hasta lo más alto, interrumpiendo el vuelo de las aves y los sonidos de la Naturaleza.

Los dioses, sin embargo, dieron por ganadoras a las musas, ya que su corazón era puro y cantaban por placer, mientras que las sirenas lo habían hecho para ganar. Estas se retiraron, humilladas y resentidas, a sus islas y en venganza atrayeron a varios marinos, a los que luego despedazaron.

Pero un día el Argos se acercó a la morada de las sirenas. En él viajaban numerosos héroes. Orfeo, presintió que las melodías que empezaban a escuchar desde lejos era en realidad una trampa mortal, ya que era hijo de una de las musas y había percibido el sonido de la venganza entre las voces de las sirenas. Decidió sin más hacer frente a los encantos de aquellas melodías, para evitar que la muerte se apropiara de sus compañeros: con su lira sacó sonidos tiernos y apasionados que desviaron la atención de los cantos de las sirenas, y así los marineros pudieron rectificar el rumbo del barco, alejándose del peligro.

En la orilla, las sirenas, sorprendidas, se convirtieron en estatuas, salvo una, Arténope, que huyó y se lanzó al mar para evitar el hechizo. Por la noche el mar devolvió el cuerpo inerte de mujer. Con el tiempo, su cuerpo fue enterrado y allí mismo, siglos después, se levantó la ciudad de Nápoles...

La organización de la legión.

La legión fue la base del ejército romano, aunque su estructura y organización fueron cambiando a lo largo del tiempo, desde el reclutamiento forzoso del s. II a.C hasta la profesionalización -apoyada por voluntarios y mercenarios. El término "legión" hacía referencia ya a un grupo de infantería pesada (peditatus), flanqueada por dos alas de caballería (equitatus) de 300 hombres cada una; las tropas auxiliares procedían de distintas partes del Imperio, formando los cuerpos especiales (honderos de las islas Baleares o caballería númida, por ejemplo) que, 25 años después, obtenían la ciudadanía romana.

El ejército romano se estructura perfectamente en unidades menores. La unidad menor es la centuria (100 hombres); dos centurias forman un manípulo (200 hombres). Tres manípulos constituyen una cohorte (600 hombres), y 10 cohortes son una legión (6000 hombres). En la primera cohorte estaban los mejores soldados, en la sexta los hombres más jóvenes y en la novena los que tenían menos experiencia.

Roma creó entre 24 y 33 legiones, que fueron evolucionando -e incluso desapareciendo- a lo largo de su Historia. Pincha aquí para poder ver esto en una presentación flash (al final de la página).



  • Todo sobre las legiones romanas, aquí.
  • ¿Cómo entra en acción una legión? Aquí.

El Tintoretto.

El dibujo de Miguel Ángel y los colores de Tiziano.
Jacopo Robusti, el Tintoretto (Venecia, 1518- 1594)

Dicen que era la nota que tenía en su estudio, para no olvidar la inspiración, como punto de referencia de su obra o la carta de presentación para sus clientes en el taller que abrió cuando le expulsaron del de Tiziano... Y lo cierto es que tuvo muchos clientes, sobre todo cuando ya rondaba los cincuenta años ya había demostrado su valía perfectamente con las escenas de Cristo y de la Virgen que había hecho para la Escuela de S. Roque (o, tal vez, porque cobraba muy barato: lo justo para el material y mantenerse).

Poco se sabe de sus inicios, pero sus obras, sin embargo, debieron de llamar la atención de sus conciudadanos (se movió poco de Venecia), con efectos muy visuales de escorzos, gran expresividad y efectos teatrales. En su taller trabajaban tres de sus ocho hijos (incluso su hija, conocida como la Tintoretta, que se dedicó a la música y los retratos) y un pequeño grupo de alumnos.

  • Sus obras de El lavatorio y La última Cena son las más brillantes de su repertorio.
  • Una galería de sus obras aquí.

Juego: los espartanos.

Comencemos la semana recordando a los espartanos: un sencillo juego online que te dibujará una sonrisa, pinchando aquí.

Volveré en dos semanas.

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Queridos amigos,
por cuestiones profesionales (nada grave, tranquilos) no podré actualizar el blog.
Estaré con vosotros de nuevo a partir del día 24.

Los grifos y Harry Potter.

Los grifos son seres mitológicos muy conocidos (¿quién no ha leído o visto Harry Potter?), con su cabeza, pico y alas de águila, cuerpo de león y cola de serpiente. Su parte de ave mantiene sus plumas y su lado cuadrúpedo, la piel. Algunos dicen que sus nidos, situados en lo más alto de las más inaccesibles montañas, estaban hechos de hilo de oro, y que en vez de poner huevos, ponían ágatas.

Babilonia, Siria, Persia y Egipto ya contaban con estos seres en sus mitologías, siempre fuertes -capaces de transportar sin problemas un caballo o un hombre armado entre sus garras- y poderosos y con pocos enemigos naturales (caballos y serpientes, generalmente). Los griegos lo asociaron con el bellísimo Apolo, al que estaba consagrado y del que se decía que poseía uno que montaba (algunos dicen que el gran Alejandro Magno, tras llevar el Imperio griego hasta la India, decidió conquistar el cielo, montando un carro tirado por dos grifos). Su reinado como gobernadores del aire y de la tierra se extendió hasta la Edad Media, donde lo podemos encontrar en los bestiarios cristianos, en algunas ilustraciones del Apocalipsis y en las gárgolas góticas de las catedrales europeas.

Puzzle: el Nacimiento de Venus.

En esta tarde lluviosa, vamos a entretenernos con este puzzle del Nacimiento de Venus, de Botticelli:

Lutero ante la Dieta de Worms (1521)


Abril de 1521.

El año anterior el Papa León X había amenazado a Lutero con la excomunión si no se retractaba de sus heréticas ideas dentro de un plazo de 60 días. El todavía monje agustino responde quemando públicamente no sólo la bula amenazadora, sino también libros de Derecho canónico y algunas obras de la Teología escolástica que criticaba. El impacto social de este hecho fue enorme y su superior le libera del voto de obediencia.

A principios de 1521 la excomunión ya es oficial, pero es necesario que el emperador Carlos V le dé audiencia, a fin de que las consecuencias civiles de esta acción se puedan llevar a cabo. El nuncio papal se opuso a esto, pero el recién estrenado y jovencísimo emperador quería hacer cumplir la ley.

Por eso, Lutero comparece ante la Dieta de Worms -la primera, obligatoria tras la coronación imperial, que no se había podido hacer en Nüremberg, como era lo habitual, por motivo de la epidemia de peste que asolaba la ciudad. Y ante los representantes de la nobleza alemana, príncipes electores y Carlos V, reconoce sus escritos, tal vez allá, en algún punto de la sala, admite que son suyos: sólo la fe salva, no las obras; la Iglesia está corrupta y da bandazos morales y económicos; el sacerdocio es universal, no terreno de unos pocos; el creyente, por la fe, puede por sí mismo interpretar las Sagradas Escrituras, sin ayuda de mediadores eclesiales. E incluso los Concilios pueden equivocarse. Pero no, no se retracta: se lo impide su conciencia ante Dios.

Y la decisión es irrevocable: Carlos V firma el Edicto de Worms el 26 de mayo: Lutero es, efectivamente, un hereje excomulgado, y como tal, proscrito. Sus obras, además, se prohiben en todo el territorio de la nación alemana.

Orfeo y Eurídice.

El príncipe tracio Orfeo tenía el poder de encantar a la mismísima naturaleza -tal vez por sus orígenes, ya que era hijo de la musa Calíope. De su madre heredó la habilidad de la poesía y de la música. Las ninfas de los bosques le adoraban también por su extrema belleza, por lo que no tuvo problemas en poder elegir a Eurídice.

La joven languideció pronto en el palacio de Orfeo, y este, temiendo que su mujer se marchitara, le dio permiso para volver a pasear por los bosques y correr por los prados. Pero un día Aristeo, el dios de los cazadores, la vio y la persiguió. Eurídice, la huir de él, pisó una serpiente y esta le mordió en un tobillo; el veneno del animal se extendió por su cuerpo hasta matarla.

Orfeo creyó enloquecer de dolor al saber la noticia y ver el cuerpo muerto de la joven, y de su lira sólo podía arrancar notas tristes y melancólicas. Un día se decidió al fin, aunque su plan parecía descabellado: visitar el reino de los muertos y rescatar a Eurídice. Emprendió el viaje, mientras que su música llegaba antes que él a los terrenos de Hades y Perséfone; sus canciones llegaron a conmover a los espíritus y a los propios reyes del Infierno, que, como premio por su amor apasionado, le concedieron recoger a Eurídice, con una única condición: no debía volverse para mirarla.

El príncipe corrió hasta su amada. La música le perseguía y le envolvía mientras la abrazaba apasionadamente. Se apresuraron a salir del reino de los muertos... Pero Orfeo no pudo reprimir su impulso natural de mirar hacia atrás, a sólo unos pocos metros de la salida, para comprobar que su esposa le seguía. Y esto fue su perdición, pues sólo pudo ver cómo ella se desvanecía y desaparecía para siempre...

Orfeo se retiró al monte Ródope, en su tierra tracia. Su belleza y languidez enamoraron a las mujeres de la zona, pero él sólo tenía recuerdos y ojos para su amada Eurídice. Sintiéndose despechadas, enloquecidas y salvajes, le mataron en las fiestas del dios Dioniso.