Un desierto, edificación, obra de arte, lago o ciudad pueden ser declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO tras ser propuestos y ratificados por los 21 Estados que son miembros, elegidos por los países que forman la ONU. Varios son los criterios que estos espacios u obras de arte deben cumplir, como ser una obra maestra de un genio creativo, incluir valores propios de una civilización que exista o haya existido, ser ejemplo clarificador de asentamiento humano de especial interés, área de excepcional belleza, ejemplos históricos de importantes etapas de la vida humana, ser un hábitat representativo de valor universal o necesario para la conservación de la biodiversidad, etc.
Así, forman parte de nuestro Patrimonio Mundial más de 800 espacios y obras de arte, como el centro histórico de Salzburgo o el de Brujas, los palacios reales de Abomey (Benin), la ciudad de Potosí (Bolivia), el parque nacional de Iguazú (Brasil), las iglesias rupestres de Ivanovo (Bulgaria), la catedral de Santa Sofía de Kiev (Ucrania), el arco geodésico de Struve (Suecia), la Ciudad del Vaticano, el Santuario de Machu Picchu (Perú), el Parque Nacional de Komodo (Indonesia), la reserva natural del Monte Nimba (Guinea) o Las Médulas de León (España).
Pero algunos espacios de importancia histórica, cultural o natural se encuentran en especial peligro por su contexto bélico, catástrofes naturales o deterioro. Es la menos conocida lista del Patrimonio Mundial en Peligro. Son espacios relevantes, imprescindibles para la Humanidad y herencia para generaciones futuras, pero con grave riesgo de llegar incluso a desaparecer. A esta categoría pertenecen los famosos Budas del Valle de Bamiyán (Afganistán), destruídos por el régimen talibán en el 2011, el Parque Nacional de los Katíos (Colombia), los arrozales de las cordilleras de las islas Filipinas, el desierto de Atacama (Chile), el parque de Everglades (EE.UU) o el Parque Nacional de Comoé (Costa de Marfil).