El nombre de Felipe y España (IV): Felipe IV (segunda parte)

El conde- duque de Olivares, Gaspar de Guzmán, fue el primer valido de Felipe IV (1605-1665); su objetivo de gobierno fue lograr que la presencia hegemónica de España en Europa fuera reconocida y que
todos los territorios españoles estuvieran unidos bajo la soberanía del monarca, siguiendo el modelo francés.


En el desarrollo de esta política exterior, Olivares tuvo que hacer frente a varias guerras: contra los Países Bajos, contra Inglaterra y contra Francia (estas últimas, en el contexto de la Guerra de los Treinta Años que asoló el continente desde 1618). El punto débil de los Países Bajos era el desarrollo de sus rutas comerciales con la costa báltica, de manera que los esfuerzos del valido se centraron en lograr cortar el contacto con el Báltico (no se consiguió) y en reforzar la fuerza naval de España (que sí se logró). Con Inglaterra empleó lazos diplomáticos con el emperador alemán y el rey Jacobo de Inglaterra, hasta la muerte de este. 


El asunto francés fue más grave y complejo. El rey Luis XIII, cuñado de Felipe IV, no se decantó hasta 1635 sobre el bando en el que participar en la Guerra de los Treinta Años; apoyar a España y Austria suponía apoyar el catolicismo, pero apoyar al bando protestante -teniendo en cuenta que Francia acaudillaba la cuestión católica, esta posibilidad es llamativa-, permitiría poner fin al dominio europeo de  los Habsburgo alemanes y españoles. Finalmente, en 1635, ante la victoria española y austriaca contra los suecos en Nordlingen, Luis XIII declara la guerra, en favor de los protestantes; el miedo francés: acabar cercada por España en su lado oriental, pues desde Milán hasta Flandes se había desarrollado, bordeando la frontera entre ambos países, un pasillo por el que los españoles transportaban mercancías, dinero, soldados y armas.

La situación económica de España a lo largo del reinado de Felipe IV no ayudó a los asuntos exteriores: al esfuerzo económico y tributario se le unió la subida de impuestos y precios, así como el endeudamiento progresivo del país, la devaluación monetaria, las malas cosechas y la negación de préstamos intenacionales, que llevó finalmente a Olivares a reemplazar a los banqueros genoveses por portugueses, más afines a sus intereses políticos. A lo largo de mediados del s. XVII las bancarrotas se fueron sucediendo, siendo la primera la de 1627.

La política seguida por el conde-duque incluyó la solicitud, a todos los territorios, de la aportación de armas y soldados para el mantenimiento de las guerras europeas libradas por España; evidentemente, esta propuesta, concretada en la Unión de Armas (1626) no ayudó a la situación del país, provocando una fuerte oposición. No extraña... 500 000 catalanes, por ejemplo, debían aportar lo mismo que los tres millones de napolitanos.... Parece que Olivares no tuvo en ningún momento presente la gran debilidad española del momento: la falta de cohesión administrativa y territorial del Imperio español; las rebeliones en Cataluña y Portugal (donde el duque de Braganza ya oía su nombre como nuevo rey) deberían haberle servido de reflexión...


En 1642 Olivares re retira políticamente, siendo sustituido por su sobrino, Luis Méndez de Haro, tras un tiempo en el que Felipe IV se encargó sólo de las tareas de gobierno. El nuevo valido tuvo que hacer frente a la rendición española en 1648: la Paz de Westfalia ponía punto y final a un terrible conflicto que se había cobrado miles de vidas en Europa y había enfrentado a prácticamente todo el continente; la rendición suponía el declive de la casa de Habsburgo, la hegemonía europea de Francia y el reconocimiento de la independencia de Holanda. 

La paz con Francia llegaría poco después, en 1659: la firma de la Paz de los Pirineos venía acompañada de un acercamiento diplomático que buscaba el enlace de la infanta María Teresa con Luis XIV; la hermana de Felipe IV, Ana de Austria, estaba actuando en ese momento como regente. 

Felipe IV fue, además, un hombre con problemas sucesorios -aunque no tan extremos como los que tendría su propio hijo, Carlos II. De su matrimonio con la princesa francesa Isabel de Borbón (1602-1644) nacerían varios hijos, pero todos fallecieron siendo bebés o niños, salvo una princesa: las infantas María Margarita, Margarita María Catalina, Margarita Eugenia, Isabel y María Antonia morirían algunas sólo con meses de vida; el infante Baltasar Carlos muríó en la adolescencia, y sólo la infanta María Teresa sobreviviría, llegando a ser reina de Francia. 


Isabel de Borbón
Mariana de Austria


Posteriormente el rey se casó con su sobrina Mariana de Austria (1634- 1696), hija de Felipe III y Margarita de Austria. De este matrimonio nacieron también varios hijos, pero con fatídica suerte: María Ambrosia, Felipe Próspero y Fernando Tomás morirían con menos de cinco años; Margarita María llegaría a ser emperatriz. Felipe IV deja sólo un heredero: Carlos II (1661- 1700), el último representante de la dinastía de los Habsburgo españoles. 

  • La Guerra de los Treinta Años, aquí. 
  • Europa tras la Paz de Westfalia, aquí. 
  • La política interior del conde-duque de Olivares, aquí
  • Otros reyes españoles llamados Felipe: I, II, III, VI
  • Árbol genealógico de la monarquía española, aquí
  • Ficha biográfica de Felipe IV, aquí

El nombre de Felipe y España (IV): Felipe IV (primera parte)

Rey con sólo dieciséis años, Felipe IV (1605-1665) fue hijo de Felipe III y Margarita de Habsburgo, rey de España hasta su muerte y de Portugal hasta 1640. De personalidad atrayente, destacó por su gran cultura y dotes artísticas, que volcó en labores de mecenazgo (Velázquez fue su pintor de Corte y Rubens hizo labores diplomáticas para él), así como en sus dos grandes aficiones: la caza y las comedias. Eso sí, mantuvo la línea de gobierno de su padre, cediendo tareas de poder a su valido, Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, y luego en su sobrino, Luis Méndez de Haro, marqués de Carpio.

El reinado de Felipe IV está marcado por un fuerte lastre: la idea de mantener, a toda costa, los conflictos en el norte y centro de Europa, en detrimento de los graves problemas sociales y económicos de la península y de las colonias españolas en América. 

A este empeño contribuyó, y mucho, la política seguida por Olivares, que entró en la Corte como un elefante en una cacharrería, sustituyendo a todas las personas con responsabilidades que habían trabajado para su antecesor, el duque de Lerma -eso sí, colocando en su lugar a sus propios amigos y familiares. El gran objetivo político del conde-duque era ver reconocido el poder del rey español y a España como potencia hegemónica en Europa -a estas alturas, lo que había ya casi era el honor y la resistencia de las tropas de Flandes-; siguiendo el modelo francés, bajo la soberana autoridad del rey se agruparían todos los territorios españoles, de manera que el monarca sería la representación del Estado. 

Por tanto, tres son los grandes puntos de conflicto para Felipe IV en Europa: los Países Bajos (que estaban atacando los intereses comerciales de las colonias portuguesas, a pesar de la tregua que se había firmado en vida de Felipe III), Inglaterra (las naves inglesas llegaron a Cádiz en 1625) y Francia (en el contexto de la grave guerra de los Treinta Años... y el hecho de que Luis XIII estuviera casado con la hermana de de Felipe IV no parecía pesar...). 

A este panorama político hay que añadir la terrible situación económica que venía atravesando ya desde finales del reinado de Carlos I, bisabuelo de Felipe IV, y que se concretaría durante este reinado en sucesivas bancarrotas y la pérdida de la confianza de los banqueros genoveses, amén de las malas cosechas sucesivas, que dejaron a la mayoría de la población peninsular -sobre todo, castellanos-, por debajo del umbral de la pobreza.

El nombre de Felipe y España (III): Felipe III

Hijo de Ana de Austria y de Felipe II, Felipe III (14.4.1578- 31.3.1621) fue un heredero deseado -su madre fue la cuarta esposa de su padre-, siendo rey de España y Portugal desde 1598 hasta su muerte. Muchos consideran su reinado como una transición entre el gobierno imperial de Felipe II y la decadencia política y familiar de los Austrias españoles del s. XVII.


Destacando por su carácter bondadoso y dócil (cuentan que no daba un paso sin pedir permiso a su padre), políticamente fue un rey débil y quizá negligente -algo de lo que fue consciente al final de su vida-, delegando totalmente las tareas de gobierno y decisiones políticas en sus validos, Francisco de Sandoval, duque de Lerma, y después en el hijo de este, Cristóbal Gómez, duque de Uceda.

Su reinado se caracterizó por dos hechos: la búsqueda de la pacificación de los territorios dinásticos (aunque no de manera definitiva) y los problemas financieros, que ya venían arrastrándose desde el final del reinado de su abuelo, Carlos I; aunque las deudas contraídas a corto plazo con banqueros genoveses pudieron cambiarse por deudas a largo plazo, esto no evitó la devaluación monetaria en Castilla ni las sucesivas quiebras. Además, por si esto fuera poco, la península se vio azotada por una grave epidemia de peste que diezmó la población. 

Hereda de su padre tres graves conflictos, a los que logra acallar -que no controlar ni terminar- con maniobras diplomáticas de sus embajadores o por casualidades históricas. Así, se firma la paz con Inglaterra en 1604 -facilitada por la muerte, el año anterior, de Isabel I de Inglaterra- y cesan los intentos de invasión a la isla por parte de España -todos infructuosos, a pesar de la ayuda prometida por los irlandeses.; la muerte de Enrique IV de Francia permite también una tregua -logrando salvar la vía de comunicación entre Milán y Flandes de los ataques franceses- y, sin intención de retirarse de Flandes, sí se firma una tregua de doce años en la zona, en 1609. 

Esto no supone la desaparición de los españoles de la política europea internacional, pues el inicio de un fuerte conflicto que sacude toda Europa, la Guerra de los Treinta Años, en 1618, obliga a Felipe III a participar ayudando a la rama austríaca de la dinastía, a fin de mantener la defensa del catolicismo y los intereses españoles en el norte de Italia. 

Las sucesivas pacificaciones temporales permiten a Felipe III (a sus validos, más bien) afrontar el problema interno: la presencia de moriscos en la zona de Valencia, que es vista como un ataque al catolicismo... y una posible colaboración a los piratas que estaban atacando en el Mediterráneo. Los moriscos son expulsados entre 1609 y 1614; las consecuencias económicas y demográficas de la marcha de casi 300 000 personas no fueron ajenas en ningún momento al rey, pues la falta de mano de obra y la bajada de la productividad fueron evidentes.

Felipe III se casó con Margarita de Habsburgo (1584- 1611), hija del archiduque Carlos de Estiria y primo segundo, por tanto, de Felipe II. Cuentan que la princesa deseaba entrar en un convento, pero sus padres concertaron el matrimonio con su primo español, con el final de afianzar los lazos dinásticos y familiares y asegurar la continuidad de los Austrias españoles, ya que su madre había tenido quince hijos y, por lo tanto, se presuponía su fertilidad. El matrimonio tuvo cinco hijos: el futuro Felipe IV y los infantes Ana (que sería reina de Francia), María Ana, Carlos y Fernando. 

A su muerte, Felipe III deja un heredero de apenas 16 años, que deberá hacer frente a la Guerra de los Treinta Años y a una situación económica ruinosa, con un Tesoro agotado que no podía sostener los gastos del reinado...

  • Árbol genealógico de la monarquía española, aquí
  • Ficha de Felipe III, aquí
  • El primer Felipe de España, aquí
  • El escudo de armas de otro Felipe: el VI, aquí. 
  • Biografía breve de Felipe III, aquí

Bartimeo, el pan, la sal y mis alumnos.

El curso pasado comencé un site en Google llamado El pan y la sal, destinado a publicar los trabajos realizados por mis alumnos de Religión Católica de 2º de ESO, dentro de la actividad del Taller de Biblia. 


Durante el año 2012/2013 trabajé en clase con los alumnos los personajes de Rut, Judit y Zaqueo. El curso 2013/2014 comenzó con dificultades para el nuevo grupo de 2º de ESO en el que daba esta asignatura y la primera experiencia, la historia de Sara, no fue positiva y el grupo no alcanzó los objetivos previstos; sin embargo, el trabajo realizado sobre el personaje de Bartimeo, a final de curso, sí caló en los alumnos, quizá porque esta historia del Nuevo Testamento era más conocida o porque lo de Sara, sí había servido... para conocer la dinámica. 

Os invito a conocer el trabajo realizado por estos alumnos pinchando aquí. ¿Qué os parece?

Un libro: Guardianas nazis.



Os recomiendo hoy un libro de investigación y recopilación biográfica de algunas de las más terribles mujeres que cuidaron los campos de concentración femeninos o las zonas para mujeres de los campos de exterminio; pasan por estas páginas Ilse Koch, Irma Grese, María Mandel, Herta Bothe, Dorothea Binz, Hermine Braunsteiner,... Una primera parte del libro se centra en aquellas que más destacaron por su crueldad y trato a los prisioneros, con extensas biografías de cada una, y la segunda parte apunta brevemente otras mujeres que colaboraron con el régimen nazi como vigilantes en distintos campos alemanes o de la Polonia ocupada. Acompañan estas páginas, además, algunas fotografías de ellas, así como imágenes de los prisioneros, la vida en los campos y el momento de la liberación aliada de algunos de ellos. 

La pretensión de la autora a lo largo del libro es destacar el papel femenino en la masacre nazi, de igual importancia que lo realizado por los hombres, así como la situación familiar, psicológica y educativa de aquellas mujeres que colaboraron con el genocidio judío, sin exculparlas en ningún momento. Acompaña a esta reflexión una abundante bibliografía. 
  • Un ejemplo de datos aportados por este libro, aquí

El espacio de las mujeres en Auschwitz- Birkenau.

Cuando el campo de exterminio de Auschwitz se quedó pequeño, se contruyó en 1941 un segundo complejo a tres kilómetros, en Birkenau, destinado a poner en práctica la Solución final. Las cuatro cámaras de gas de Birkenau comenzaron a funcionar en 1942, hasta que el campo fue liberado por el ejército soviético en enero de 1945.

En Birkenau (Auschwitz II) se creó una zona destinada a mujeres, bajo el mando de María Mandel (1912-48). El nuevo espacio destinado a presas políticas, judías, gitanas y opositoras al régimen nazi tenía diversos refugios hechos de ladrillo y madera, construidos como establos, con techos sin tejas, suelos siempre embarrados -Mandl ordenaba a las presas que lavaran su ropa y plato en los charcos cuando llovía- y con una letrina para cada mil mujeres, aproximadamente. En cada barracón al principio se colocó a unas 120 mujeres, pero a medida que las presas fueron aumentando superaron las mil personas en cada uno. 

Se calcula que el espacio destinado a cada mujer en cada uno de los barracones era inferior al de un gallinero pequeño: 0'28 metros cuadrados (el espacio vital habitable se calcula que oscila entre 1 y 9 metros) para cada una (una gallina necesita un mínimo de 2 metros cuadrados para desarrollarse adecuadamente). El hacinamiento en cada barracón afectaba también al aire: 730 l. para cada una (un adulto necesita entre 13000 y 15000 l. de aire al día).


Y así era César.

Cayo Julio César pertenecía a una rama de la prestigiosa gens Julia, que decían descender del propio Eneas -y, por tanto, de la diosa Venus. El cognomen, césar, habla para algunos del nacimiento de Cayo Julio por cesárea -cosa poco probable, por el riesgo para la mujer que implicaba en aquella época-, para otros porque el primero de esta rama mató un elefante -en bereber, caesai, lo que se puede enlazar con aquellos animales africanos exóticos que César llevó a Roma: las jirafas...- y para otro grupo hace referencia más bien al color azul claro -caesi- de los ojos de muchos miembros de estos julios.


César, además, destacó por su aspectos físico y porte: era bastante alto y delgado -fibroso, fruto de sus entrenamiento militares ya desde joven, en el Campo de Marte-, de rostro afilado y marcado; además, gustaba de marcar la diferencia vistiendo de manera llamativa, con el cinturón de la túnica un poco suelto y esta misma prenda con mangas ligeramente más largas de lo habitual.. Comía y bebía poco, lo que seguro que influyó en su resistencia física, aunque no le evitó sufrir de fuertes dolores de cabeza. Se sabía atractivo y se aprovechaba de ello; una prueba de esto fue el romance que tuvo con Cleopatra VII en el año 48 a.C, teniendo ella 21 años y él 52...

La primera jirafa en Roma: año 46 a.C

Celebrar un triunfo para un general romano era poder tocar el cielo, aunque recordando siempre que se es sólo un hombre -ya se encargaba de eso el esclavo que susurraba al oído del triunfador esto, durante la procesión y ovaciones. Era el reconocimiento del Senado, la más alta institución de la República, a un general victorioso.

Pero, además, el Senado decretaba días de acción de gracias como conmemoración de esa acción militar; en honor a las victorias y proezas bélicas de Julio César  se regalaron varios días, en distintos momentos -para horror de Pompeyo, su amigo y aliado político casi hasta el final de su vida, y para bien de los propagandistas que César tenía en Roma durante sus ausencias militares-: quince días en el año 57 a.C, cuando derrotó a los belgas, veinte cuando arribó a Britania, otros veinte al vencer al líder galo Vercingetórix, cuarenta en la batalla de África -victoria que fue maquillada como una guerra contra el rey númida Juba, pues en realidad fue una lucha entre romanos. 


Fue en el año 46 a.C, tras la batalla africana, cuando el Senado le otorgó el segundo triunfo; el primero no lo había celebrado, renunciando a él para presentarse por primera vez a las elecciones al consulado. Y César aprovechó ese triunfo para celebrar sus cuatro memorables victorias -cuatro, sí: una victoria, un triunfo más que Pompeyo. Desde mediados de septiembre hasta principios de octubre, el pueblo de Roma disfrutó de los desfiles, los prisioneros encadenados -entre ellos, Vercingetórix, Arsínoe, la hermana de Cleopatra y el hijo pequeño de Juba-, los carros con los botines y metales preciosos, el reparto gratuito de trigo, los banquetes públicos... y la exhibición de animales exóticos, como jirafas. 

Era la primera vez que se veían jirafas en Europa...

¿Quién es quién en la legión romana?

Lo admito: una de las cosas que más me llama la atención del antiguo mundo romano es la capacidad de sus legiones. Capacidad organizativa y tecnológica superiores que les permitieron conquistar toda Europa (o, al menos, la Europa conocida hasta aquel momento, que viene a ser lo mismo), arrasar en la Galia, construir en horas un campamento en las orillas cercanas a Dover en la invasión de Britania o nombrar emperadores a finales del Imperio como si fueran churros, aprovechando la situación política...


Para convertir a los 6000 hombres que, en general, formaban una legión -y recordemos que Roma llegó a tener a 33 legiones activas en el año 197- hace falta una férrea disciplina y una jerarquización clara y muy controlada en los puestos de máxima responsabilidad. 

Así, el soldado de a pie, el que acaba de empezar -quizá con la esperanza de lograr la plena ciudadanía tras servir 25 años en el ejército, comenzando con unos 16 años- era el miles: el soldado raso que trabajaba en las tareas más pesadas, sin ninguna especialización. El ascenso inmediato suponía tener el rango de inmune, que ya no realizaba esas tareas pesadas y se dedicaba a trabajos más especializados, como ser escribiente o técnico. Posteriormente ser principal permitía obtener el lujo de hasta doble paga (450 denarios anuales, aproximadamente) y pertenecer al cuerpo de portaestandartes (el signum era la enseña de cada centuria), suboficiales u oficiales. 

El gran salto era lograr el puesto de centurión. Al frente de cada centuria -cien hombres-  había uno, y según el rango y experiencia de la centuria correspondiente, así era la posición en la jerarquía interna de los centuriones. El que dirigía la primera centuria era el oficial de más alta graduación de toda su cohorte -unos 600 hombres-, el pilus prior; y si esa centuria era la primera de todas en la primera cohorte, su centurión estaba al frente de las tropas de élite y tenía más experiencia y antigüedad que todos los demás, por lo que recibía un trato especial como primus pilus o primipilo, justo por debajo en la jerarquía de los grandes oficiales: el legado -nombrado por el emperador para dirigir a toda la legión- y los tribunos militares -que dirigían las cohortes.

Los tribunos, a su vez, tenían una jerarquía interna propia: el tribuno laticlavio era un senador joven que entraba así en contacto con la vida militar, dirigiendo directamente las dos primeras cohortes, las más experimentadas. Los tribunos angusticlavios son miembros del orden ecuestre con poco poder militar -aunque algunos han podido servir antes en las tropas auxiliares de la legión-, pero sí con poder administrativo.


Junto con el cónsul -jefe del ejército, entre otros cargos de máxima importancia política-, tribunos y legados  no requerían experiencia militar, ya que eran cargos políticos del cursus honorum del ciudadano romano. 

  • La graduación militar romana, aquí
  • La comida de un legionario romano, aquí
  • La organización de los legionarios en contubernios, aquí
  • El manual del perfecto legionario, aquí
  • La organización básica de la legión romana, aquí

500 años de retrato femenino en 2 minutos.

A través de Facebook me llega hoy esta curiosa presentación del rostro de la mujer en 500 años de arte, realizada por Philip Scott Johnson.

¿Quién es quién en cada retrato?

El nombre de Felipe y España (II): Felipe II

Hace unos días comenzaba una serie de entradas sobre los reyes españoles que han tenido el nombre de Felipe, tras la proclamación como Rey de España de Felipe VI. El primero con ese nombre, Felipe I, casado con Juana de Castilla, tuvo un reinado muy breve, como expliqué hace poco; pero no se puede decir lo mismo de Felipe II (1527- 1598), ya que su reinado abarcó 42 años

Felipe II fue hijo del emperador Carlos I y de Isabel de Portugal -nieto, por tanto, de Felipe I y bisnieto de los Reyes Católicos. Su Imperio se extendió por cuatro continentes, tras ser proclamado rey de Portugal en 1580, tras la muerte sin descendencia del rey Enrique I, pues tenía derechos sucesorios como nieto de Manuel I de Portugal, el padre de su madre. 


Apoyándose en un complejo sistema centralizado, Felipe II tuvo dos grandes objetivos en su reinado: el mantenimiento de la hegemonía hispánica en Europa -lo que suponía defender Flandes a toda costa, como petición personal de su padre- y la defensa del catolicismo en un continente en el que el Imperio Otomano estaba pisando fuerte, amenazando las posesiones españolas en Italia. Sin duda, tanto Flandes como los turcos fueron los dos grandes dolores de cabeza del rey prudente, y no sólo por la acumulación de deudas y las consiguientes bancarrotas, sino por los recursos militares empleados, no pudiendo evitar la división de Flandes en una zona norte protestante y otra sur, católica -algo que su padre no hubiera visto con buenos ojos. Para la Historia ha quedado la victoria naval de Lepanto (1571) frente a los turcos, aliándose con los Estados Pontificios y Venecia...


Volcado en su política exterior, se casó cuatro veces y cuatro acabó viudo: con la infanta María de Portugal, María I Tudor -reina de Inglaterra-, la princesa francesa Isabel de Valois y con Ana de Austria, su sobrina, y con la que tuvo al fin a su hijo varón y heredero. Aún así, Felipe II confiaría siempre en la valía de sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia -que llegó a ser gobernadora de los Países Bajos - y Catalina Micaela, ambas tenidas con su esposa francesa. 




El largo reinado de Felipe II permitió además consolidar varios logros, como la unidad peninsular tan deseada por sus bisabuelos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, potenciar el poder de los secretarios reales -mermando el de la nobleza, a pesar de la traición personal de uno de ellos, Antonio Pérez- y el desarrollo administrativo y judicial de los Consejos.

  • Biografía de Felipe II, aquí y aquí
  • Un interesante resumen sobre Felipe II, aquí
  • Felipe II fue un rey austero que impuso una rígida etiqueta en el vestir de la Corte, aquí

El extraño caso de la pintura del visir Rekhmire.

Revisando algunos mensajes de mi perfil en Facebook me ha llamado la atención la siguiente imagen, enviada a través de la página comunitaria Let me bring Egypt to you
 

Me disponía a preparar la segunda entrada sobre los Reyes españoles con nombre Felipe (la primera parte la podéis leer pinchando aquí), pero no he podido resistirme a hacer un parón al encontrarme con esta imagen. Se trata de una pequeña escena cotidiana de la tumba del visir Rekhmire (c. 1460), funcionario de primer orden de la XVIII dinastía, al servicio de los faraones Tutmosis III y Amenofis II, que controlaba la zona media del país, desde Asuán a Asiut, además de tener otros importantes cargos administrativos y religiosos en Karnak.

Las paredes de su tumba, en Luxor,con 20 m. de largo de pasillo y 25 m de capilla, son reflejo de la vida cotidiana de su tiempo: registros de mercancías, tributos de países extranjeros, escenas de vendimia, pesca y caza, el visir revisando los alimentos que entran en el templo de Amón, así como representaciones de alfareros, ceramistas, orfebres y escultores. Buena parte de la decoración, como es habitual, la forman pinturas sobre la celebración funeraria del visir. Además, en la capilla se encuentran textos autobiográficos sobre los deberes del visir: cuidar la casa del faraón, escuchar peticiones, atender a los más débiles, cumplir y hacer cumplir la ley, comprobar las audiencias y sentencias, revisar las medidas de las parcelas, etc. 

Pero no es esto lo que más me ha llamado la atención de esta imagen, no, sino cómo la rigidez oficial en los usos y costumbres de la pintura se rompe aquí como si no pasara nada: la figura femenina de la derecha, que posiblemente está haciendo una libación, está vestida con una larga túnica de lino que deja ver su figura... que se presenta ¡de espaldas!, mientras que el personaje de la izquierda sí se ajusta a los cánones de las representaciones oficiales, con cara de perfil, hombros de frente,... Esta ruptura en el arte egipcio, que yo creo que es más bien un guiño del artista para hacernos ver que sí era capaz de dejarse llevar por su pericia, no debería sorprendernos: ya las bailarinas del Museo Británico se muestran... diferentes...

  • Sobre las características del arte egipcio, aquí.
  • Más mujeres en la pintura egipcia, aquí
  • El difunto Rekhmire pasaría el Juicio de Osiris
  • ¿Cómo eran los vestidos en el Antiguo Egipto? Aquí
  • ¿Y cómo eran los sacerdotes del Antiguo Egipto? Aquí