Este signo zodiacal suele relacionarse con una divinidad griega, el dios Pan, al que se le representaba de manera antropomórfica de cintura para arriba (cuerpo velludo, mentón saliente, barba y cuernos de macho cabrío) y con patas de cabra de cintura para abajo. Era considerado el protector de los pastores y del ganado.
Bien por su naturaleza o por su carácter, este dios estuvo siempre alejado del Olimpo, prefiriendo vivir en los bosques y cuevas, persiguiendo a las jóvenes ninfas o tocando la siringa. Solía dormir la siesta y si era despertado bruscamente de ella, se enfadaba, provocando un terrible miedo entre los que estuviera más cerca, llamado pánico.
Cuentan algunos mitos que su madre fue Amaltea, la ninfa que amamantó a Zeus cuando era un bebé, y que era representada a veces como una cabra, y su padre el mismísimo Cronos. Algunos textos indican que la madre gritó horrorizada cuando nació Pan y vio su extrema fealdad, por lo que Hermes se llevó al niño al Olimpo para que entretuviera al resto de los dioses.
Se dice que Pan huyó a Egipto cuando el monstruoso Tifón apareció para luchar contra Zeus y hacerse con el poder. Fue tal el miedo que generó en el panteón griego con su fuerza, superior a la de un buey, y su aspecto -con cien cabezas de serpiente cacofónicas en sus hombros-, que los dioses no tardaron en abandonar Grecia, transformándose en animales para pasar desapercibido y que Tifón no los encontrara; Pan se convirtió en pez, emergiendo posteriormente de las aguas del Nilo. La estrategia le gustó tanto a Zeus que, posteriormente, elevó a los cielos a Pan, con un aspecto híbrido: mitad humano, cuernos de carnero y de cintura para abajo, cuerpo de pez.