Bailarina de catorce años (E. Degas)

Con 98 cm de altura y hecha en bronce -aunque en realidad, formaba parte del grupo de 150 figuritas de arcilla que se encontraron en el taller del artista-, es una de las esculturas más conocidas. Edgar Degas, el escultor, incluyó en ella seda, tul, peluca y zapatillas naturales, lo que fue criticadísimo en su época por cruzar la frontera del realismo.

Degas (1834- 1917) pertenecía a una familia artistocrática, con posibilidades económicas que le permitieron estudiar Bellas Artes -a pesar de que no era lo deseado por su familia- y viajar por Italia. Artísticamente formó parte del movimiento impresionista, pero su preocupación no fue la luz, como le pasaba a sus compañeros, sino el movimiento, y de ahí que prefiriera como temas los caballos y las bailarinas (tema al que le dedicó pinturas y esculturas).

Las esculturas de bailarinas no fueron hechas para ser expuestas al público, sino como simple estudio del movimiento por parte del artista, sin más pretensiones. Buscaba posturas naturales o lánguidas, momentos entre bambalinas, giros y contorsiones.

Actualmente esta Bailarina de catorce años -inspirado en una joven estudiante de ballet- puede alcanzar en subasta el valor de más de 15 millones de euros...
  • Ficha de esta escultura en el Musée D'Orsay de París, aquí.

Resultado de la última encuesta (diciembre 2010)

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La Reconquista española
6 (19%)
Pericles, magistrado griego.
5 (16%)
La bailarina de Degas.
15 (48%)
La Escuela de Traductores de Toledo
5 (16%)

Votos: 38.

La bailarina de Degas, aquí.

Presentación: el Renacimiento.

Aprovechando las vacaciones escolares, aquí os dejo una breve aproximación al mundo del Renacimiento europeo:

300. Las Termópilas.


Agosto del 480 a.C. El rey persa Jerjes I se había lanzado a la expansión territorial de su imperio, a costa del espacio heleno, con un inmenso ejército de cientos de miles de hombres -algunos dicen que sus soldados llegaban al millón. Atenas organizó la defensa y movilizó, a las órdenes de Leónidas, rey de Esparta, unos 3000 hoplitas (10 000 personas en total, no sólo soldados de infantería) provenientes de diversas polis griegas.

El lugar elegido para enfrentarse a los persas fue el desfiladero de las Termópilas, una pequeña lengua de tierra de entre 15 y 100 m. de ancho que comunicaba la frontera norte de la Hélade con Atenas y Esparta. Los griegos buscaban con esto suplir su inferioridad numérica con un paso angosto fácilmente defendible. La flota helena, mientras tanto, se las vería con los barcos persas. La batalla duraría tres días.

Los griegos habían atrincherado el paso y las mejores armas de sus hoplitas -lanzas largas y escudos de bronce- pronto pusieron de su parte la victoria, frente a las espadas cortas, escudos de mimbre, arcos y puñales de los persas. La falange griega, además, engañaba a los atacantes simulando huir, pero luego replegarse sobre los enemigos.

Fue al tercer día cuando un griego, Efialtes, traicionó a la causa helena, revelando a Jerjes la existencia de un paso montañoso lateral que permitía rodear el ejército griego y poder atacarlos por la retaguardia. El pequeño contingente griego que fue sorprendido antes de llegar a las Termópilas logró avisar a los soldados que allí estaban: la derrota podía ser inminente.

Leónidas, en un desesperado contraataque, acompañado -dicen- por sólo 300 espartanos, salió del desfiladero en formación de falange, dispuesto a romper las filas persas y llegar a la mismísima posición de Jerjes para matarlo. El rey espartano murió en la lucha y la flota griega, avisada, se retiraba poco después -no sin provocar serios problemas a los barcos persas. Pero su arrojo superó los límites de la Historia: tiempo después, un inmenso ejército griego derrotaba de manera definitiva a los persas, expulsándolos de la Hélade.


  • Más sobre esta batalla aquí, aquí y aquí.
  • El contexto y la victoria final, en las Guerras Médicas, aquí.
  • Vídeo de las Guerras Médicas, aquí.
  • Gráfico de la batalla, aquí.
  • Movimientos de los ejércitos persas, aquí.

Trabajo: los mitos griegos (1º ESO)

Esta semana recogía, antes de las vacaciones, los últimos trabajos de 1º de ESO con el tema El mito griego -tal como también hicieron el curso pasado. He aquí el resultado de los tres grupos que siguieron totalmente las instrucciones del trabajo:



El primer Belén.

La tradición de representar de forma plástica el nacimiento de Cristo aparece ya en las catacumbas del s. II.

Pero fue San Francisco quien, la Nochebuena de 1223, puso en práctica el primer Nacimiento, en Greccio -localidad cercana a Roma, donde la orden franciscana contaba con un pequeño santuario. El santo había previsto que la Eucaristía se celebrara en una gruta, donde se había previsto un altar sobre un pesebre, junto a una mula y un buey; posiblemente San Francisco buscaba recrear la pobreza y la humildad del relato evangélico de la manera lo más fiel posible, causando con la escenografía y su predicación sobre el nacimiento de Jesús un gran impacto emocional entre los fieles.

La costumbre de representar el nacimiento de Cristo se extendió por Italia de la mano de franciscanos, clarisas y capuchinos, llegando luego a otros países, como Alemania, Austria, Polonia o Hungría. En España fue introducido por Carlos III -que había sido antes rey de Nápoles y al que su padre, Felipe V, le había regalado uno de barro-, que lo mandó construir para distracción de su hijo, el futuro Carlos IV; a esta recreación se le llamó "Belén del Príncipe", formado por 180 figuras de más de medio metro de altura.


  

El origen mítico de los JJ. Olímpicos

Hércules recibió la orden de limpiar los establos del rey Augías, hijo del Sol, en un solo día. Tarea que no iba a costarle mucho esfuerzo al héroe, tras desviar dos ríos hacia los rediles. Cuando regresó ante el rey para cobrar sus honorarios por el trabajo, este se negó a dárselos e incluso mintió al decir que no le había encomendado esa tarea. Ante un tribunal posterior, el príncipe Fileo testificó a favor de Hércules. Como castigo, Augías mandó al exilio al héroe y a su hijo.

Semejante afrenta no se le podía olvidar a Hércules. Cuando, tiempo después, regresó a la Élide, donde reinaba Augías, se dispuso a atacarle. El rey envió contra él a los Molíones -terribles soldados formados por dos hombres unidos en uno solo por la cintura hijos de Poseidón-, que derrotaron a Hércules.

No satisfecho con la derrota, humillante para él, decidió tenderles una emboscada de la que salió victorioso. Libre de obstáculos, tomó la ciudad de la Élide, mató al rey y a todos sus hijos, excepto a Fileo. En agradecimiento por su apoyo anterior, le dio la corona de la ciudad conquistada y fundó en festival y los Juegos Olímpicos, que tendrían lugar en la Élide cada cuatro años.

Las coronas egipcias

Las coronas del faraón eran el símbolo de poder sobre el Antiguo Egipto; los dioses también las llevaban. Fueron evolucionando en iconografía con el paso del tiempo, desde las más sencillas Roja y Blanca hasta la compleja Hemhem:
  • Corona Blanca (Hedyet): representa el Alto Egipto, quizá hecha en origen con materiales vegetales y asociada a la diosa buitre Nejbet, protectora de esa zona del país. Es una de las más antiguas, del periodo protodinástico (antes del 3100 a.C).
  • Corona Roja (Deshret): presenta el Bajo Egipto y a su protectora, la diosa cobra Uadjet. La decoración frontal con una protuberancia -un junco en espiral, posiblemente, podría representar a las abejas. Como la anterior, es de un momento anterior al 3100 a.C. y también estaría hecha al principio con materiales vegetales -por lo que al principio tenía un color verdoso.
  • Corona Doble (Sehemty): representa con su iconografía la unión del Alto y Bajo Egipto y se asocia con el poder absoluto del faraón sobre las dos partes del país. Aparece en la dinastía I (3100-2800 a.C). Mágicamente garantizaba la unión y poder de todo Egipto. Esta corona la usaba el dios Horus.

  • Atef: deriva de la Corona Blanca, siendo más compleja que ella, amarilla, rodeándola de dos plumas de avestruz, dos cuernos, un disco solar y el ureus -la cobra erguida. Tiene un aspecto ceremonial y funerario, relacionado con el dios Osiris.
  • Hemhem: una variante de la anterior, triplicando la base de Corona Blanca. Los dioses más jóvenes se coronan con ella, por lo que se suele asociar a la vida floreciente.
  • Jeperesh: de tela o piel teñida de azul, en forma de casquete, con un alto valor ceremonial. Aparece alrededor del año 1700 a.C, en el Segundo Periodo Intermedio.
  • Shuty: con dos plumas de halcón y a a veces dos cuernos y un disco solar. En el Imperio Nuevo (1550 a.C) es usada sólo por las mujeres.
  • Nemes: más que una corona, es un tocado azul de rayas blancas o doradas, con dos bandas plisadas que caen sobre los hombros. Representa los rayos del sol naciente. Es el tocado que lleva la conocida máscara funeraria de Tutanhkamon.
  • Más sobre las coronas egipcias, aquí y aquí.
  • Cuadro resumen sobre las coronas, aquí.

La muerte de Viriato.

Roma no paga traidores.
(Servilio Cepión, consul en 139 a.C,
a los generales a los que ha sobornado
para asesinar a Viriato).


Así acabó Viriato, el dolor de cabeza de los romanos de los años 155 a 139 a.C, cuando la ya poderosa república romana luchaba en territorio ibérico contra los lusitanos. La guerra por el control de esta zona ya había comenzado en el 194 a.C, con algunos momentos de paz entre medias. El pretor Sulpicio Galba llega a la península ibérica y en el 150 a.C promete a los lusitanos una estupenda negociación de paz y entendimiento... que luego no cumple, pues asesina a sus líderes en medio de la negociación. El objetivo estaba claro: dominar el sudeste peninsular fuera como fuera.

Aquí entra Viriato, posiblemente miembro de una buena familia militar, elevado a la categoría de líder lusitano y capaz de unir sus tropas con las de las vecinas tribus celtíberas contra la mismísima Roma. Y lo cierto es que fue una constate preocupación para los romanos, que ven cómo se suceden algunas derrotas en la zona del Guadalquivir. El lusitano llegó a pactar con los romanos en el 140 a.C una humillante situación para ellos.

Pero en el 139 a.C es asesinado por tres de sus generales, según cuenta la leyenda histórica..., que se habían dejado sobornar por Cepión, cónsul de la zona en aquel momento. Cuando volvieron junto al romano para reclamar el oro prometido, el cónsul les dio largas...

  • Más sobre Viriato y las Guerras Lusitanas, aquí y aquí.

Las armas de los gladiadores.

Los combates de gladiadores apasionaban a los antiguos romanos; tanto, que se llegaban a formar colas desde muy temprana hora en los anfiteatros para asistir al espectáculo (algunos romanos llegaban a tener asientos reservados). En origen debió de formar parte de un ritual religioso, tal vez de época etrusca.

Los luchadores eran reclutados sobre todo entre los condenados a muerte o a trabajos forzados (de forma que cumplían así su pena... si sobrevivían, después de tres años y si habían mostrado la valentía suficiente); pero a veces también eran hombres libres que buscaban popularidad y salir de la extrema pobreza en la que las clases populares podían llegar a vivir. Algunos llegaron a ser profesionales y se tienen noticias de algunas mujeres entre ellos. El premio era variado: fama, honor, riqueza o la libertad.

Estos luchadores se entrenaban es escuelas especializadas, dirigidas por el lanista, y generalmente situadas a las afueras de Roma, donde había también almacenes, fraguas y pequeños centros sanitarios.

Aunque el gladiador era estrictamente el que luchaba con la espada (gladius), lo normal era que lucharan entre sí hombres con distintas armas:
  • una red con plomos colgantes, tridente y puñal: el retiari, que luchaba casi desnudo, generalmente contra otro hombre armado con casco, escudo y espada (el secutor), que intentaba mostrar su agilidad evitando ser capturado por la red del otro;
  • casco, coraza, escudos de distintos tipos, cinturón ancho de cuero o metal -así como muñequeras similares, protecciones de piernas, espada y puñal: los mirmillones, samnitas, galos y tracios, que simulaban con su armamento los pueblos contra los que había luchado Roma;
  • con carros; el essedari intentaba tirar a su contrincante de su carro, luchando luego en la arena con otras armas;
  • a caballo, con lanza, casco y escudo, los equites se enfrentaban casi como en un duelo desde un punto a otro de la arena;
  • y otros, simulando el armamento de los legionarios (que a veces se enfrentaban con animales), con dos espadas o con casi ninguna.
El propio emperador Comodo (161-192) era muy aficionado a estos espectáculos y consiguió mucha popularidad entre el pueblo romano al pagar con cierta frecuencia luchas de gladiadores, llegando a participar en ellas -lo que no siempre era del agrado de los espectadores, ya que él luchaba con armas verdaderas, mientras que obligaba a sus contrincantes a hacerlo con espadas de madera. Eso sí, la historia de su final no es como la de la película Gladiator: el emperador murió estrangulado por uno de sus esclavos...




  • Más sobre los gladiadores, aquí.

El ornitóptero.

Leonardo es uno de esos inmortales de la Historia. Y ya en 1485 inventó un sencillo aeroplano con alas móviles, el ornitóptero, que imitaba la forma de vuelo de las aves. Uno de los más antiguos sueños de la Humanidad -¿quién no recuerda a Ícaro?-, que se intentó poner en marcha ya en el s. XIII y con ciertos éxitos en el s. XIX.

Posiblemente los materiales y técnica de la época impidieron a Leonardo hacer realidad su máquina, pero parece que un estudiante canadiense ha logrado recrear el proyecto del italiano y desplazarse 145 metros en 19 segundos: el primer aerodino propulsado por fuerza humana capaz de volar:



Y no es la única máquina inventada por Leonardo que resulta que funciona: también creó el antecesor de nuestros helicópteros, el ala delta, el huso, el submarino y el paracaídas...
  • Tal vez quieras hacer el ornitóptero en papel, aquí.
  • Inventos de Leonardo, aquí.

Alejandro Magno, genio militar.

Aunque no lo parezca, sólo hay puñado de hombres y mujeres que han marcado la Historia de todos los tiempos. Sólo unos pocos están llamados a ser inmortales. Así fue Alejandro, llamado el Magno (356- 323 a.C), hijo de Filipo II, rey por derecho de Macedonia, impulsor de lo griego hasta las remotas fronteras de la India, alumno destacado de Aristóteles -quien le enseñó Medicina, Botánica, Filosofía, Literatura y Música, y para quien mandaba recoger muestras de plantas y animales en cada una de sus conquistas...

Predestinado por los dioses a reinar sobre dos imperios, constructor de ciudades (hasta 70 Alejandrías en sus vastos dominios), ideal de belleza helena, amante de mujeres (varias, pero también esposas por motivos político, como la princesa persa Roxana) -y de algún hombre: Hefestión-, conquistador de tierras hasta el mismísimo Ganges -arrasando en Siria, Fenicia, Egipto y Mesopotamia-, militar y estratega a emular, vengador de la muerte de su padre, unificador de la Hélade tras la Guerra del Peloponeso, terror del Imperio Persa -al que le devolvió la jugada de las Guerras Médicas, venciendo al gran Darío III en Gaugamela, en el 331 a.C-, extenuador de sus propias tropas -a las que licenció al llegar a la frontera de la India.

Así fue Alejandro.





Pero también impulsor de la cultura griega más allá de sus fronteras naturales, crisol de culturas -la oriental y la helena-, unificador de territorios a través de un sola moneda y una lengua -koiné- común, impulsor del comercio marítimo y fluvial.

A su muerte -¿asesinado?, ¿gravemente enfermo?-, sus generales se reparten sus territorios. Nacen los reinos helenísticos, herederos de Alejandro.

Resultado de la última encuesta (noviembre 2010)

Resultados de la última encuesta: Sugiere un tema para la próxima entrada. ¡Gracias por participar!

Los efectos de la Segunda Guerra Mundial
17 (29%)
Alejandro Magno
22 (37%)
Comidas españolas típicas de noviembre
7 (12%)
Orfebrería egipcia
12 (20%)

Votos: 58