También las romanas vestían la toga de lana, lino o algodón, que les llegaba hasta los pies, cubierta por un manto o palla cuando salían a la calle; la palla se sujetaba a los hombros por dos fíbulas y que les dejaba el brazo derecho libre, manteniendo cubierta la cabeza (que era un signo de distinción social). Por debajo de la túnica se llevaba un vestido o estola, largo y generalmente con mangas (que se van alargando y ajustando a medida que avanza el Imperio Romano), sujeto a la cintura con un cinturón bajo el pecho.
Las mujeres romanas llevaban ropa interior de lino: al igual que los hombres, sobre la piel llevaban un pantalón muy corto (subligar) y una túnica corta (subucula), sobre la que las mujeres romanas llevaban una toga. Como las griegas, sujetaban el pecho con una banda de tela llamada fascia pectoralis, aunque también podían cambiarlo por el strophium, una cinta de cuero suave, o, si la mujer era de una clase social muy alta, por una redecilla de hilos de plata u oro.