Tifón fue uno de los enemigos más terroríficos a los que se tuvo que enfrentar el dios Zeus. Nacido de Gaia y del Tártaro, su fuerza era colosal y de sus hombros nacían cien serpientes con ojos de fuego que emitían ruidos terribles; su presencia era aterradora y hasta los mismísimos dioses del Olimpo le tenían miedo.
Cuentan que Zeus logró vencerlo en una de sus luchas, desterrándolo al inframundo, según unas versiones, o persiguiéndolo ya debilitado por toda la costa sur de Italia, hasta lograr enterrarlo bajo el volcán Etna, donde sigue rugiendo y expulsando fuego, según otras historias.
Sea como sea, el origen de la constelación de Piscis tiene que ver con esta lucha entre el hijo de la Tierra y el Inframundo, pues cuando Tifón apareció para enfrentarse a Zeus, los dioses olímpicos huyeron a Egipto y se hicieron pasar por animales. Afrodita y su hijo Eros es convirtieron en peces, pero para no perder a su hijo, la diosa se ató al pequeño -pero no menos temible- dios del amor, y saltaron al río en direcciones distintas. Unos dicen que ese río era el Nilo, pero otros cuentan que Afrodita huyó aún más lejos, a Mesopotamia, huyendo de Tifón a través del río Éufrates.
Otra versión indica que Afrodita, sin su hijo, huyó al Éufrates, donde fue luego rescatada por dos peces, a los que premió ascendiéndolos al cielo. Y algunos comentan que en realidad los dos peces de esta constelación son en realidad el esqueleto de Ceto, la ballena gigante a la que el héroe Perseo venció para salvar a Andrómeda...
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