Con las sandalias, la bolsa y el casco en sus manos, Perseo voló a donde vivían las Gorgonas, en la región de los hiperbóreos, con tan buena suerte que estaban dormidas cuando llegó, emtre restos de hombres y animales salvajes que habían sido petrificados por Medusa.
Atenea le había regalado un escudo brillante y pulido como un espejo, de forma que se fijó en el reflejo para no mirar directamente a Medusa. La diosa guió su mano y de manera certera cortó la cabeza al monstruo, la única hermana mortal. Del cuello roto de la Gorgona salieron el caballo alado Pegaso y el guerrero Crisaor con su espada de oro; ambos eran fruto de las relaciones entre la Gorgona y el dios Poseidón.
Perseo metió apresuradamente la cabeza de Medusa en su bolsa y huyó. Las otras dos Gorgonas, Esteno y Euríale, despertadas por Pegaso y Crisaor, intentaron perseguirlo, pero el casco hizo invisible al héroe y logró escapar en dirección sur.
Atenea le había regalado un escudo brillante y pulido como un espejo, de forma que se fijó en el reflejo para no mirar directamente a Medusa. La diosa guió su mano y de manera certera cortó la cabeza al monstruo, la única hermana mortal. Del cuello roto de la Gorgona salieron el caballo alado Pegaso y el guerrero Crisaor con su espada de oro; ambos eran fruto de las relaciones entre la Gorgona y el dios Poseidón.
Perseo metió apresuradamente la cabeza de Medusa en su bolsa y huyó. Las otras dos Gorgonas, Esteno y Euríale, despertadas por Pegaso y Crisaor, intentaron perseguirlo, pero el casco hizo invisible al héroe y logró escapar en dirección sur.
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