El oráculo había vaticinado a Acrisio, rey de Argos, que su hija Dánae tendría un hijo. Sería abuelo, sí, pero moriría a causa de su nieto. Por eso encerró inmediatamente a su hija en un calabozo inaccesible y mandó construir en él duras y seguras puertas de bronce.
Pero nada es imposible para los dioses, que en su inmortalidad se aburren y necesitan jugar con los humanos. Zeus se había enamorado de la joven princesa y no estaba dispuesto a que unas vulgares puertas le impideran acceder a su objetivo.
Pero nada es imposible para los dioses, que en su inmortalidad se aburren y necesitan jugar con los humanos. Zeus se había enamorado de la joven princesa y no estaba dispuesto a que unas vulgares puertas le impideran acceder a su objetivo.
Por eso, se convirtió en una lluvia de oro, y penetrando por una rendija del techo, fecundó a Dánae. Al cabo de nueve meses, la joven dio a luz en secreto a un niño, al que llamó Perseo.
Comenzaba la historia de un héroe...
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