No sé qué relación puede haber entre cuatro grandes genios del Renacimiento italiano, las artes marciales y unos bollos de chocolate. Pero lo cierto es que debe de existir, pues hace unos días encontré un envoltorio en el que la relación se manifestaba:
Sí: las Tortuga Ninja. Estos personajes de cómic de 1984 fueron llevados luego a una serie animada en la década de los noventa y llevan los nombres de cuatro artistas del Renacimiento: Leonardo da Vinci (la tortuga asociada al color azul y la espada japonesa tachi), Miguel Ángel Buonarroti (Michelangelo, que lleva el color naranja y unos nunchakus), Rafael Sanzio (Raphael, con color rojo y un sai, una daga fina, aguda y sin filo de las artes marciales japonesas) y Donatello (que usa el color morado y un bo, una vara defensiva).
Leonardo da Vinci (1452- 1519) fue pintor, escultor, arquitecto, filósofo, amante de la ciencia de su época, técnico, mecánico y hasta cocinero; viajó por Florencia, Milán, Roma y Francia, estando al servicio de las ricas y poderosas familias de los Sforza y los Médicis, acabando al servicio del rey de Francia al final de su vida.
Miguel Ángel Buonarroti (1475- 1564) no tiene nada que ver con los nunchakus, ese arma formada por dos barras medianas unidas por una cadena o una cuerda para golpear y bloquear: el genio del Renacimiento trabajó también en Florencia, Venecia y Roma, al servicio de los Papas con sus impresionantes pinturas escultóricas, profundamente expresivas.
Donatto di Beto Bardi, Donatello (1386- 1466) fue considerado uno de los principales teóricos de la escultura de los inicios del Renacimiento. Trabajó en la catedral de Florencia junto a su maestro Ghiberti y allí desarrolló sus obras más importantes, caracterizadas por un novedoso realismo, como el David que dejó a la ciudad. La expresividad de sus obras marcó a la generación siguiente de artistas.
Rafael Sanzio (1483- 1520) comenzó con sólo diecisiete años a darse a conocer; posiblemente fue su padre su primer maestro, ya que procedía de una familia de artistas. En Roma conoce las obras de Leonardo y Miguel Ángel, a los que admira y, como ellos, trabaja para el Papado, llegando a ser nombrado arquitecto pontificio cuando Julio II queda admirado por su trabajo en las estancias vaticanas. Sus obras muestran una luz clara y serena y colores suaves que le valen tener cientos de seguidores.
Poco que ver con las tortugas y los manga...
- Más de Leonardo: su biografía aquí, su DNI aquí y su obra Leda y la relación con la astronomía, aquí.
- Sobre Rafael, una biografía aquí y su importante obra La escuela de Atenas, aquí.
- Miguel Ángel es el autor excepcional de las pinturas de la Capilla Sixtina, aquí y dicen que sólo rescataba las esculturas de su cárcel de mármol, aquí.
- Una biografía de Donatello, aquí.
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