A Artemisia Gentileschi (Roma, 1593- Nápoles, 1654) le ocurrió lo que a Sofonisba Anguisola: que su nombre fue tapado por otros artistas de su época debido a su sexo.
Fue su padre, el pintor Orazio Gentileschi, el que la enseñó el oficio y la admiración por la obra del gran Caravaggio, del que tomó para sus propias obras el efecto teatral y el dramatismo de las escenas, dando un toque personal a la técnica barroca del tenebrismo. Se atrevió especialmente con temas bíblicos y heroicos, considerados inadecuados para las mujeres.
Cuando ya había aprendido todo, su padre la envió al taller de su amigo Agostino Tassi, ya que por ser mujer no podía entrar en las academias de Artes -a pesar de haber demostrado más talento que sus hermanos, con los que compartió el taller y las enseñanzas paternas. No fue una buena decisión, ya que este violó a Artemisia cuando tenía sólo diecinueve años; aunque el maestro acabó en prisión y luego condenado al exilio, la joven quedó marcada para siempre, debido no sólo al episodio de la violación, sino a las torturas a las que fue sometida para demostrar al jurado que su testimonio era verídico. Algunos ven en su obra Judit decapitando a Holofernes, hecha en esta época, su forma de vengarse del sexo masculino tras lo que le había pasado (dicen que Holofernes sería el retrato de Tassi, y Judit, la pintora).
Un mes después del juicio su padre la casó con un pintor florentino, con el que tuvo cinco hijos, pero sólo llegó a sobrevivir una hija. No había cesado de pintar durante todo este tiempo. Afincada en Florencia, pudo entrar en la Academia de Dibujo. Muy pronto los Médici y el sobrino del gran Miguel Ángel admiraron sus obras, y posiblemente también su belleza.
Se asentó finalmente en Roma, abandonando a su marido y a los problemas económicos que este tenía. A pesar de su habilidad para los retratos y la reputación que logró en esta ciudad, su condición de mujer le cerró las puertas para grandes obras de series de frescos o encargos de retablos. Trabajó luego en Nápoles y más tarde en Londres, donde colaboró con su padre en la decoración de unos techos palaciegos, por encargo del rey, para volver definitivamente a Nápoles.
6 aportaciones:
Una pionera, una valiente, una persona injustamente tratada.
Saludos.
¡Qué importante, Cayetano, rescatar del olvido a estas mujeres!
Un saludo.
Tuvo una vida muy dura y poco reconocida, por el simple hecho de ser mujer, pero lucho hasta el final por la dignidad de su arte. Bonito homenaje. Saludos.
Querida Negrevernis, ¡qué recuerdos de mi amada Roma me traes con esta magnífica entrada! Tuve la suerte inmensa de disfrutar en absoluta soledad de dos de sus cuadros en el Palacio Spada, " Sta. Cecilia" y "Madonna col Bambinio", ambas hermosísimas.
Hoy, cara amica, mille baci.
Profedegriego, ¡qué enorme suerte tuviste!
Un abrazo.
Gracias, Paco. Hay que recordar a estas mujeres olvidadas por su sexo...
Un abrazo.
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