Brilló con luz propia de genio político y militar, personalidad fuerte, excelente orador, ambicioso, ambicioso e impulsivo; y, además, fue escritor, dejando obras sobre sus triunfos, conquistas militares (sobre todo, su sonadísima campaña en la Galia) y discursos. No en vano, había sido educado por maestros griegos que le instruyeron en la Filosofía, Gramática e Historia.
Cayo Julio César (13.7.100 a.C- 15.3.44 a.C) fue miembro de una de las familias patricias más antiguas de Roma, la Julia, que decía ser descendiente de Iulo, hijo del troyano Eneas y nieto de la mismísima Venus. Su padre fue también político, aunque no consiguió la fama de su hijo, y su madre pertenecía a una conocida familia de cónsules.
Sus intereses políticos se centraron en el partido popular, por medio de alianzas matrimoniales (se casó con Cornelia, hija de Cinna, uno de los dirigentes de esa facción, y su hermana lo hizo con Cayo Mario, otro importante político del mismo bando). Se ganó pronto el favor de la plebe a través de sus encendidos y convincentes discursos, así como por la financiación de espectáculos y obras públicas. Su carrera política fue meteórica y victoriosa, ocupando diversos cargos (edil, pontifex, cuestor,...), hasta formar parte del primer triunvirato, el órgano de gobierno de corte dictatorial del final de la República romana, junto con Craso y Pompeyo (casado con su hija Julia).
Cuando murió Craso, César había logrado acumular un enorme poder en sus manos, siendo nombrado cónsul y dictador. El enfrentamiento con Pompeyo estaba servido, pues ambos habían ampliado las fronteras de Roma -César, conquistando las Galias y avanzando por Europa Central; Pompeyo, por la parte oriental. Cuando Pompeyo fue nombrado cónsul único, Julio César se negó a licenciar a sus tropas. La guerra civil protagonizada por ellos duró tres años (49- 46 a.C), terminando con el asesinato de Pompeyo en Egipto.
Lograda la victoria sobre Pompeyo y sus aliados en distintos puntos del territorio romano, Julio César acumuló durante varios años todo el poder de Roma, siendo a la vez cónsul, jefe de las tropas, dictador y sumo sacerdote, reduciendo al Senado a órgano consultivo.
La muerte le vino de manos de su hijo adoptivo, Bruto, que lideró una conjura senatorial destinada a impedir que se llevaran a cabo algunas de las reformas por él propuestas.
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