Posiblemente las striges fueron, en la mitología romana, lo más parecido a la figura de nuestros vampiros...
El origen de estos terribles monstruos femeninos los encontramos en las Tracia y Tesalias griegas, de donde se pensaban que procedían, aunque los antiguos romanos las hacían habitantes de las centrales Etruria y Marsica.
Gracias a su magia, estas mujeres podían convertirse en pájaros para cometer sus maldades durante la noche, prefiriendo especialmente a los niños, a los que chupaban la sangre y arrancaban sus vísceras para comérselas (como intentaron hacer al rey Proca de Alba Longa y bisabuelo de Rómulo y Remo, con tan solo cinco años, según narra Ovidio), gracias a sus picos y garras de rapaz; los autores clásicos decían que, como mujeres, tenían horribles melenas en las que se podían ver plumas, serpientes, hierbas, huevos de sapo y huesos arrancados.
Pero cuentan que lo peor era su estridente chillido (de ahí su nombre, pues el verbo latino stridere significa graznar o chillar), similar al de las posteriores banshees irlandesas: agudo, penetrante, asociado al mundo animal y a la muerte...
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