Parsimonia. (Del lat. parsimonĭa). 1. f. Lentitud y sosiego en el modo de hablar o de obrar; flema, frialdad de ánimo. 2. f. Frugalidad y moderación en los gastos. 3. f. Circunspección, templanza.
La decadencia y caída del Imperio Romano han hecho correr ríos de tinta. ¿Cómo es posible que el mayor Imperio del momento, capaz de controlar y administrar ambas orillas del Mediterráneo y buena parte del continente europeo pudiera caer y dispersarse en pequeños fragmentos -los reinos germánicos-? Varias son las causas que se han dado, como la interrupción de la línea de emperadores, rota, por ejemplo, con las elecciones de varios emperadores simultáneos, la entrada del Cristianismo, el aumento de las diferencias sociales entre unos grupos y otros... Pero no es este el tema de esta entrada...
Lo cierto es que a lo largo del Imperio la sociedad sí fue siendo testigo y protagonista de excesos y lujos en la vestimenta, la comida o los juegos: telasy adornos florales importados de Oriente, comidas exóticas, espectáculos gratuitos a costa del erario público que duraban varios días... Cuentan, por ejemplo, que el emperador Heliogábalo ofreció a principios del s. III un disparatado banquete en el que se sirvieron más de mil lenguas de flamencos rosas...
Los intelectuales y algunos políticos de la época hablaban en sus textos y discursos, en un intento por reavivar la conciencia de sus contemporáneos, de la paupertas (pobreza) y la parsimonia, virtudes de los primeros romanos que parecían ahora desentonar con el ritmo de vida imperial... M. Porcio Catón utilizó muchos de sus discursos defendiendo estos valores, demostrando en su vida -famosa por su austeridad- que se podían llevar a la práctica.
Quizá por eso no le debió de sentar bien que se derogarara la Ley Oppia, que limitaba el lujo en el vestir de las mujeres...
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