En 1931 el arqueólogo H. E. Merwin, basándose en sus investigaciones en el templo de Chichén Itzá, demostró que el color azul usado por los antiguos mayas ya en el s. VIII d.C en cerámicas, murales y códices era totalmente distinto al pigmento usado en la vieja Europa medieval. Y es que este azul no sólo era más brillante, sino excepcionalmente duradero y resistente a la erosión, la degradación biológica, el calor o la acción de distintos ácidos.
La composición del azul maya, de tonos turquesas o verdosos, pues, fue durante muchos años un misterio. El nombre del pigmento fue puesto porque al principio se pensaba que sólo se encontraba en los yacimientos de la península del Yucatán, zona maya por excelencia, pero actualmente se conoce en otras áreas centroamericanas.
Gracias al esfuerzo de varios grupos de investigadores mexicanos y europeos hoy sabemos el secreto de este azul indestructible: el pigmento contiene distintas arcillas (al principio se creyó que la base de este color eran sustancias florales), sobre todo lo paligorskita e índigo, un colorante de origen vegetal que ya se usaba miles de años antes en otros puntos del planeta, como en el antiguo Egipto; los componentes se aplicarían usando como aglutinante un engrudo hecho con las raíces de varias plantas, como el nopal y las orquídeas. La clave para la obtención del azul maya es el calentamiento de las arcillas y el índigo, a temperaturas altas y durante casi un día entero, favoreciendo una cristalización especial de las arcillas que nos hace pensar que los mayas ya tenían conocimientos de nanotecnología.
¿Por qué precisamente el color azul? Porque para la inmensa mayoría de los pueblos mayas tenía un alto valor sagrado: el cuerpo de la persona que iba a ser sacrificada se pintaba de azul, así como el altar del sacrificio y casi todos los escalones de acceso.Y ya se sabe que los dioses mayas, aunque habían creado a los hombres y mujeres para trabajar en el mundo hecho para ellos, a fin de venerar a las divinidades, necesitaban la sangre (humana o no) para poder subsistir y mantener la fecundidad del Universo...
2 aportaciones:
Muy interesante esta entrada, querida Negrevernis, sobre el origen de este azul increíble; la ausencia de este color junto con el verde en la pintura prehistórica tenía perfecta justificación en la escasez de lapislázuli y, postreiormente, su alto coste, y la poca estabilidad de los verdes procedentes de la propia naturaleza. Un gran hallazgo del pueblo maya, sin duda alguna.
Mil bicos.
Así es, Profedegriego. Una aportación, además, poco conocida, debido a la tendencia europeista de nuestros estudios en los niveles medios.
Un abrazo.
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