Sirio es la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor, y es una de nuestra vecinas más próximas, acompañada de otra estrella menor que orbita alrededor de ella en periodos de cincuenta años. Su luz es tan fuerte que en tiempos antiguos se decía que era un segundo sol que salía una hora antes del amanecer...
Pero Sirio es en realidad la perra Mera, el animal del humilde granjero Icario, al que Dioniso le regaló el primer esqueje de vid e hizo la primera vendimia del mundo. Sin embargo, cuando Icario distribuyó el primer vino entre los campesinos locales, estos, borrachos, piensan que les ha envenenado y lo golpean hasta matarlo. Mera descubre el cuertpo y guía a la joven Erígone hasta allí. Tal vez un acto de fidelidad no afortunado, porque al descubrir el cuerpo inerte de su padre, Erígone se suicida ahorcándose. La perra muere también poco después de pena o de hambre, mientras guarda los cadáveres de sus amos.
Se dice que los asesinos de Icario huyeron a una isla al sureste del Ática. Zeus, apiadado por la fidelidad del animal, había convertido a Mera en la estrella-perro Sirio, y tal es su fuerza que quemó la tierra de esa isla como castigo por haber dado cobijo a los asesinos de su amo. A través de su oráculo, Zeus aconsejó a los habitantes que realizaran anualmente unos cultos con los que convocar a vientos fríos del norte para aliviar el calor abrasador de la zona -y desde entonces soplan ahí durante cuarenta días en verano.
Posteriormente Zeus llevó a Icario al cielo, transformado en la constelación de Boyero, y a su hija Erígone, convertida en la constelación de Virgo.
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