Sevilla. 20 de septiembre de 1519. Cinco buques y 270 pasajeros. El vasco Juan Sebastián Elcano y Hernando de Magallanes partían hacia el oeste, apoyados por el emperador Carlos I.
Sevilla. 8 de septiembre de 1522. Sólo la nave Victoria y 18 hombres, capitaneados por Elcano, regresan a puerto por el este. Magallanes había muerto en un ataque indígena en Filipinas. Su regreso pasó casi desapercibido, aunque habían demostrado lo que algunos ya sospechaban: la esfericidad de la Tierra y que el Nuevo Mundo era un continente diferente del asiático.
Los cinco buques originales llevaban a bordo, además de casi 300 pasajeros (clérigos, herreros, contadores, soldados, criados,...), 125 profesionales -algunos, entre 13 y 20 años, muchos huyendo de la justicia. Había sitio también para la despensa privada de capitanes y oficiales, y para una común, de la que formaban parte diversos productos: ajos, alcaparras, almendras, 150 barriles de anchoas, 2500 kg de arroz, azúcar, pescado seco, bizcochos, membrillo, 2300 kg de ciruelas, legumbres, higos, 2400 kg de harina, miel, mostaza, pasas, 2600 kg de tocino, 1200 kh de queso, 10000 sardinas y 6 vacas.
Y por si fuera esto poco, además armas, artillería, instrumentos náuticos -como cartas de navegación, compases, cuadrantes o relojes de arena-, baratijas para eventuales rescates -tijeras, espejitos, collares-, pólvora, municiones y docenas de útiles de cocina.
No debió de ser fácil para Magallanes, por tanto, obtener dinero para financiar su empresa. Con frecuencia los navegantes empeñaban sus haciendas, pedían préstamos a familiares y amigos y solicitaban ayudas a la Corona -que no siempre era extremadamente generosa. Así, la primera vuelta al mundo fue mucho más cara que el descubrimiento de América: siete millones y medio de maravedíes -frente a los dos millones que costó el viaje de Colón. Algunos calculan que, a precio de hoy, supondría 1575 millones de euros
Sevilla. 8 de septiembre de 1522. Sólo la nave Victoria y 18 hombres, capitaneados por Elcano, regresan a puerto por el este. Magallanes había muerto en un ataque indígena en Filipinas. Su regreso pasó casi desapercibido, aunque habían demostrado lo que algunos ya sospechaban: la esfericidad de la Tierra y que el Nuevo Mundo era un continente diferente del asiático.
Los cinco buques originales llevaban a bordo, además de casi 300 pasajeros (clérigos, herreros, contadores, soldados, criados,...), 125 profesionales -algunos, entre 13 y 20 años, muchos huyendo de la justicia. Había sitio también para la despensa privada de capitanes y oficiales, y para una común, de la que formaban parte diversos productos: ajos, alcaparras, almendras, 150 barriles de anchoas, 2500 kg de arroz, azúcar, pescado seco, bizcochos, membrillo, 2300 kg de ciruelas, legumbres, higos, 2400 kg de harina, miel, mostaza, pasas, 2600 kg de tocino, 1200 kh de queso, 10000 sardinas y 6 vacas.
Y por si fuera esto poco, además armas, artillería, instrumentos náuticos -como cartas de navegación, compases, cuadrantes o relojes de arena-, baratijas para eventuales rescates -tijeras, espejitos, collares-, pólvora, municiones y docenas de útiles de cocina.
No debió de ser fácil para Magallanes, por tanto, obtener dinero para financiar su empresa. Con frecuencia los navegantes empeñaban sus haciendas, pedían préstamos a familiares y amigos y solicitaban ayudas a la Corona -que no siempre era extremadamente generosa. Así, la primera vuelta al mundo fue mucho más cara que el descubrimiento de América: siete millones y medio de maravedíes -frente a los dos millones que costó el viaje de Colón. Algunos calculan que, a precio de hoy, supondría 1575 millones de euros
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