En 1799, durante la expedición napoleónica a Egipto, fue hallada en Rashid (Rosetta, en el delta del Nilo), la losa de basalto negro que abriría el estudio de la escritura jeroglífica; aunque la encontró un soldado francés que dominaba el griego -uno de los idiomas de la Piedra-, al final acabó en el Museo Británico de Londres en febrero de 1802, donde sigue.
El texto, escrito en el año 196 a.C, es un decreto del emperador Ptolomeo V -que contaba entonces 13 años de edad- y está escrito en caracteres jeroglíficos, demótico y griego. Una copia de la inscripción llegó en 1808 a manos del gran Jean-François Champollion. Gracias a su domino del copto pudo ir traduciendo el texto .
Pero era una carrera por ser inmortal en la Historia, porque su colega inglés Thomas Joung también estaba en ello. Champollion logró adelantarse, obteniendo todos los resultados el 22 de septiembre de 1822. Cinco días después se hacían públicos sus estudios: había nacido la Egiptología como disciplina científica.
4 aportaciones:
Resulta curioso que un texto tan intrascendente como éste del faraón Ptolomeo V fuera la clave para descubrir todo un mundo sobre la civilización egipcia. Quién se lo iba a decir al que inscribió en la piedra...
Saludos
Alfredo.
Alfredo,
el escritor, uno de nuestros inmortales... anónimo.
Saludos.
Pues si ha que ha llegado a escibir obras el tal Anónimo... (Je, je). Perdona el chiste fácil y malo.
Buenas noches
XD
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