Níobe, hija de Tántalo, se arriesgó mucho al considerarse superior a Leto, madre de Apolo y Ártemis: alardeó de ser mejor que ella porque de su matrimonio con el rey Anfión habían nacido siete hijos y siete hijas.
Apolo y Ártemis tomaron cartas en el asunto y vengaron el honor de su madre: él mató a los hijos de Níobe y ella, a sus hijas. El dolor de Níobe fue tan grande que se retiró a Asia Menor; su llanto era tan sentido e intenso que Zeus se apiadó de ella y la transformó en una roca que, vista desde lejos, recordaba su perfil.
Dicen que esta piedra es el monte turco Sípilo, en la zona de Lidia, cerca de la ciudad de Manisa.
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