Carlomagno, emperador de los francos. : EN CLASE

Carlomagno no se llamaba así, obviamente. Se llamaba Carlos –vamos, Carolus-, pero debido a las cosas que hizo a lo largo de su vida, nosotros le hemos puesto el sobrenombre de “el grande” –otra: Magnus.

Su padre fue un rey de los francos llamado Pipino y su madre Bertrada, una mujer muy devota que dejó su huella religiosa en la educación de Carlomagno (que, por cierto, tal vez aprendió a leer y escribir ya de adulto, pero con interés: latín, griego y alemán).

Nació en Aquisgrán un 2 de abril de 742. Y le tocó reinar en todo el territorio franco por casualidad, porque su hermano mayor, Carlomán (esto de tanta insistencia en el mismo nombre es porque su abuelo se llamaba Carlos, apodado Martel) murió joven.

Así que Carlomagno al principio fue rey (desde el 754, bien joven), y además, un militar preocupado por ampliar sus dominios. No sólo se conformó entonces con conquistar los Alpes e Italia, sino que llegó incluso a Pamplona, Huesca y Zaragoza (territorios a los que luego llamó Marca Hispánica).

Y luego fue emperador; en la Edad Media, este cargo quería decir algo así como “brazo armado del Papa”, y León III, que era la cabeza de la Iglesia en ese momento, necesitaba de su ayuda porque le asediaban sus enemigos. El 24 de diciembre del año 800 se convertía en Emperador. Y ya desde entonces se preocupó por cómo sería el reparto de sus tierras entre sus varios hijos, aunque al final coronó al único que logró sobrevivir, Luis “el piadoso” –Ludovico Pío., al que coronó en el 814. Y eso que parece ser que tuvo 18 hijos de diez relaciones diferentes…

Y vaya que si fue grande este rey que dice la leyenda que mediría entre 1’92 metros y 2’40 –sorprendentemente, su padre era bastante pequeño, con 1’37m. Tal vez un poco exagerado, pero por las representaciones que tenemos de él sí parece que fue alto, fuerte, tal vez algo obeso y quizá con una larga barba, de vida ordenada y muy religioso, amigo de las grandes conversaciones. Era llamativo incluso con su ropa: lo que le gustaba era la de lino, con túnicas de mangas bordadas y un cinturón azul.

Además, otra leyenda dice que no está recostado en su tumba, sino sentado, con la espada preparada para actuar y que su barba sigue creciendo, de forma que cuando dé tres vueltas a la tumba, será el fin del mundo…

Y otra dice que cuando mandó construir su Aula Regia desde la que impartía justicia, la edificación fue muy rápida porque el diablo había conseguido el acuerdo de que se quedaría con el alma del primer ser vivo que pasara por el lugar… y los clérigos de Carlomagno hicieron pasar a un lobo, de forma que el diablo se enfureció y rompió la puerta de bronce de la entrada, dejándose un dedo en el ataque. Como recuerdo se mandó hacer un picaporte con cabeza de lobo con un trozo de bronce en la boca.