Los dioses decidieron hacer su mejor obra: la primera raza de hombres, que vivían sin preocupaciones y sin trabajar. No necesitaban el sudor de su frente para lograr comida, ya que los árboles rebosaban de frutos (bellotas, fresas y cerezas) y el trigo nacía sin ayuda de los campos. Goteaban de las hojas gotas de miel y los ríos eran de leche y néctar. Bebían leche de ovejas y cabras, y todo el tiempo reían, jugaban y bailaban. No existía la enfermedad ni los males, sino sólo la fidelidad y la justicia. Con el tiempo, estos seres de la Edad de Oro desaparecieron físicamente, pero su espíritu permanece, en forma de seres invisibles que regalan suerte, protegen a los hombres y ayudan a la consecución de la justicia, por mandato expreso de Zeus.
Los dioses decidieron crear una segunda raza de hombres, la de la Edad de Plata. Estos necesitaban trabajar para lograr la comida cada día; su alimento básico era el pan. Vivían bajo el dominio de sus madres, a las que jamás desobedecían, durante cien años. Entre ellos había ya ignorancia, temor y conflictos, lo que les impedía tener una larga vida. Zeus los desterró al mundo inferior, donde viven como genios subterráneos, pues no ofrecían sacrificios a los dioses.
La tercera raza, la de la Edad de Bronce, llevaba armas de este metal, vestían con él y hacían sus casas también así. Nacieron de los fresnos, cayendo de ellos como frutos. Preferían los conflictos, las pendencias y la fuerza. También fueron enviados al Hades.
También fue de bronce la cuarta raza, pero vivieron en la Edad de los Héroes. Eran guerreros, pero nobles y generosos, pues los dioses los habían engendrado de madres mortales. Lucharon en Tebas y en Troya, y muchos de ellos estuvieron con los argonautas. Ahora viven felizmente en la Isla de los Afortunados, donde la tierra les da frutos tres veces al año; como premio por sus heroicas vidas viven felices y sin preocupaciones, aunque lejos de los dioses: sólo Cronos se digna a gobernar sobre ellos.
La última raza es la actual, la de los hombres de la Edad de Hierro: crueles, degenerados y violentos, amantes de la lujuria y la malicia, sufren las penalidades de la enfermedad, la muerte y el trabajo. Zeus ha decidido ya destruirlos, aunque no ha fijado la fecha.
- El relato de Hesiodo completo, aquí.
4 aportaciones:
Pues que pida Zeus ayuda a los mercados y con que les suban la prima de riesgo, todo resuelto.
Un saludo.
Yo creo que los dioses griegos deben de estar, más bien, a la expectativa: es bien sabido que para ellos los humanos y nuestras historias somos juguetes...
Un saludo.
Y así seguimos la raza de los hombres, más preocupados por la riqueza, la avaricia y la lujuria, como bien dices. Poco ha cambiado todo. Pero los que menos tienen y menos avariciosos son, son los que más sufren las penalidades, especialmente del trabajo.
Un abrazo, Negrivernis.
Una raza en franca decadencia...
Un saludo, Paco
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