Las aventuras de Ulises (10): con Nausícaa

Nausícaa era hija del rey Alcínoo. La diosa Atenea le mandó un día ir con sus sirvientas a lavar su ropa al río, ya que se acercaba -todo según la diosa- la fecha de su boda. Claro, como no se puede contradecir a una diosa -y menos a Atenea, que de todos es bien sabido cómo se las gasta-, allá que se fue la princesa.

En realidad, Atenea tenía como plan que Nausícaa y Odiseo se conocieran.

Allí las encontró Ulises, pues las olas le habían llevado a las costas del reino de Alcínoo. Como estaba desnudo, la princesa le dejó ropas -a las verdaderas princesas no les gustan los hombres con aspecto de náufrago, sucios y cansados- y ordenó a sus sirvientas que le atendieran dándole comida y bebida. El héroe, en agradecimiento, y seguramente cansado de que los dioses le llevaran de aquí para allá, le contó a la princesa sus aventuras y ella le prometió que le pediría a su padre, el rey, que le ayudara a regresar a Ítaca de una vez...


Pero había que llegar al palacio de Alcínoo, donde se estaba celebrando una fiesta a la que fue invitado a participar, aunque no quiso decir quién era. Claro, un héroe es siempre un héroe, y enseguida destacó en el juego del lanzamiento de disco.
Cuando un poeta comenzó a relatar los hechos de la guerra de Troya, en los que Odiseo había participado y perdido a amigos, no pudo evitar echarse a llorar. El rey, preocupado, le pidió que contara a todos los presentes el motivo de su tristeza, y Ulises, agotado, le explicó qué le había pasado desde su salida de Troya.

Alcínoo era un buen rey y sabía reconocer a un héroe cuando lo veía, y también a otro monarca si lo tenía ante él. ¿Cómo no le iba a ayudar? Terminado de convencer por su hija, le cede a Ulises una nave y este se embarca por fin directamente hacia Ítaca...

¿Qué le había pasado antes a Ulises?