Santa Sofía

En el año 527 sube al trono del Imperio Romano de Oriente (el de Occidente había perecido en el 476) el emperador Justiniano; es en ese momento el único emperador cristiano, sin discusión (aunque tuvo sus enemigos religiosos, claro). Estuvo casado con Teodora -parece que le ayudó de forma básica con buenos consejos de gobierno- y su reinado duró hasta el 565.

Dicen que fue un hombre culto, hablaba latín y quiso que se hablara en su corte, muy religioso, tal vez algo distante con su pueblo y obsesionado con la idea de recuperar todos los territorios perdidos por sus antecesores romanos occidentales (por eso pidió ayuda a su mano derecha militar: el general Belisario, al que hizo incluso retratar a su lado en uno de los mosaicos más conocidos de él).

Pero no recordamos a Justiniano sólo por sus empresas políticas. Él soñaba con que los edificios que se hicieran bajo su reinado fueran también signo de su grandeza y de sus ambiciones. Y por eso recuperó la idea de uno de sus antecesores, el emperador Constantino: rehacer la iglesia dedicada a la Sabiduría, Santa Sofía (se había quemado en el 404). La nueva iglesia se consagraba el 26.12.537.

En planta es cuadrada, con una enorme cúpula central (en su tiempo fue el mayor templo cristiano) de casi 57 metros de altura y 32 de diámetro; para evitar que se cayera todo el edificio por el empuje de la cubierta, los arquitectos la sujetaron como en una cascada de cúpulas menores -algo impesable en el momento-, de forma que todo parecía estar flotando en el aire. Idea fabulosa, pero el peso de los materiales acabaron por destrozar la cúpula, que se cayó en el 558, siendo reparada desde entonces varias veces.

Y si vas alguna vez a Estambul (cosa que te recomiendo), piérdete en la luz que inunda por dentro el edificio. Hoy es un museo, ya que Turquía es un país laico -aunque de mayoría musulmana-, pero te dejarán pasear por su interior sin problemas. Las paredes y cúpulas están horadadas, de forma que podrás dejarte llevar por la luminosidad que rebota en sus paredes y en los restos de mosaicos dorados que se han podido recuperar (la mayoría se encuentra bajo el encalado con que se cubrieron cuando la iglesia se convirtió en mezquita).

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