Ulises se llama en realidad Odiseo, pero nosotros le conocemos más por su nombre latino. Dice la tradición que era rey de Ítaca, una de las islas occidentales de Grecia (conquistada por los bizantinos, otomanos, ingleses, franceses,..., a lo largo de su historia).
Ulises participó en la guerra de Troya, según Homero, pero cuando acabó la guerra no volvieron todos los héroes juntos. De hecho, Poseidón se enfadó tanto con Odiseo que le impidió regresar a su patria, dejándolo vagar por el Mediterráneo durante años y enviándole tormentas y dificultades. No era un superguerrero, sino más bien una persona dotada para la diplomacia, el diálogo y la resolución de conflictos de forma inteligente.
Una de sus primeras aventuras fue en el país de los lotófagos, una isla que podría estar frente a las costas de Túnez. El problema es que en este lugar Ulises se encontró con un fruto mágico que provocaba el olvido; a lo mejor piensas que esto es fantástico, porque así no recordarías nada de algún mal rollo anterior, pero realmente es un problema serio, porque quien comía de ese fruto no recordaba nada de su vida anterior... y eso sí que es un problema.
Como no tenían agua, Ulises decidió que había que arriesgarse y que había que hacer una parada para conseguirla. Manda además a dos hombres para que averigüen si hay gente como ellos, pero los lotófagos les ofrecen el fruto y los hombres de Ulises no quieren regresar. A Ulises, que para eso es el héroe, no quiere ni oir hablar de probar la fruta.
Ulises era muy diplomático, pero tenía clarísimo que toda su tripulación tenía que regresar a casa, así que cogió a sus hombres, los llevó al barco y los ató bajo los bancos de los remeros, ya que ellos no querían ni oir hablar de volver a Ítaca. Por si acaso algún otro marinero sentía tentaciones, mandó levar anclas inmediatamente y marcharse de la isla sin perder el tiempo.
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