Los colosos de Memnón.

Cuenta la leyenda que Aquiles, tras vencer en heroica y valerosa batalla a Pentesilea -hija del dios Ares y reina de las amazonas-, decidió guardar luto por ella debido a su tremenda bravura. Habían acudido las amazonas a Troya para ayudar a sus habitantes tras la muerte de Héctor.

La guerra en Troya continuaba y acudió allá Memnón, hijo de Eos (Amanecer), rey de los etíopes. Fue el último y quizá más formidable oponente de Aquiles, al que se parecía como hijo de una divinidad y poseedor de una espléndida armadura forjada por Hefesto. Memnón cayó en batalla frente a Aquiles porque había matado con su lanza al segundo mejor amigo del héroe, Antíloco. La diosa Eos suplicó a Zeus que le regalase a su hijo muerto algún honor excepcional, derramando lágrimas que son el rocío del amanecer; dicen, entonces, que Zeus mandó que surgiera de la tumba de Memnón una bandada de pájaros.

Los colosos de Memnón, dos colosales estaturas de 18 metros de altura, son el único resto que nos ha llegado del templo que el faraón Amenhotep III hizo construir en Medinet Habu. Posiblemente, de hecho, representan al propio faraón. Son famosas porque se cuenta que una de ellas emitía sonidos al amanecer... y la leyenda cuenta que, en realidad, son dos estatuas del mítico Memnón, que saludaba así a su divina madre Eos a la salida del sol.

La realidad es que en el año 27 d.C un terremoto agrietó la escultura; la humedad evaporada en sus grietas provocaba ese sonido. El emperador romano Septimio Severo mandó restaurar la estatua y dejó de cantar.

2 aportaciones:

unwakeable dijo...

¡Que interesante todo lo que publicas! y, qué incultura la mía.
Saludos

Negrevernis dijo...

Unwakeable,
gracias. Los colosos son muy impresionantes, pero los turistas no suelen caer en la cuenta de su existencia y van de pasada.

Saludos.