A los antiguos romanos les gustaba madrugar.

¿Te gusta madrugar? Estupendo: tal vez sea la parte de sangre romana que circula por tus venas...

Y es que dicen que los antiguos romanos eran muy madrugadores y tendían a aprovechar la luz natural, considerando vagos y borrachos a aquellos que se lavantaban antes del mediodía -sobre las once de la mañana-: la vida comenzaba en la antigua Roma como tarde, a la hora tertia -las ocho de la mañana en verano.

Tan arraigada era esta costumbre de levantarse al alba que, incluso aquellos que por alguna razón debían permanecer acostados hasta más tarde, se despertaban en cuanto amanecía y trabajaban en la cama, a la débil luz de una mecha de estopa llamada lucubrum (de donde sale nuestros elucubración y elucubrar).

Claro que a la larga de acostumbrarías, a eso de saltar de la cama e irte, ya que las habitaciones -cubicula- eran muy pequeñas, oscuras, rara vez con adornos, expuestas a las inclemencias del tiempo y sin más mobiliario que el lecho -cubile-, un arcón -arca- para ropa y dinero, a veces una silla y un vaso -scapium-. Y creo que la cama te resultaría poco apetecible: una base de correas entrelazadas con un colchón -torus- y almohada -culcita- de heno, cañas o lana; para defenderse del frío, dos mantas -tapetia-, una colcha -lodices- y una alfombrilla -toral- (que, por cierto, venía fenomenal, ya que los romanos no usaban calcetines y el suelo debía de ser helador por las mañanas....)

2 aportaciones:

Kassiopea. dijo...

Pues yo no debo descender de los romanos, porque odio madrugar.

Negrevernis dijo...

Kassiopea,
a mí tampoco me gusta... sólo lo hago por extrema necesidad ;-)

Saludos.