...Y mientras, el príncipe Jasón de Iolco crecía al cuidado del centauro Quirón, al que su padre Esón de Tesalia le cedió la educación de su hijo cuando su hermanastro Pelias le arrebató el trono con malas artes. Quirón tenía, además, el don de ver el futuro, por lo que pudo predecir un gran futuro para su protegido, pero sembrado de dificultades y retos.
Así, el centauro animó a Jasón a emprender viaje hacia su tierra natal, para recuperar el trono para su padre o para él mismo. Y el héroe, porque es de lo que se trata nuestro personaje, siguió las indicaciones de su mentor.
Un día estaba estudiando cómo atravesar la fuerte corriente de un río para llegar a la otra orilla cuando una anciana -surgida de la nada- le pidió ayuda para seguir el mismo camino. Jasón es un héroe compasivo y dispuesto, de forma que cargó con la mujer a sus espaldas y comenzó a cruzar el río. No era tan hondo como pensaba en un principio, pero la fuerza de la corriente era inmensa y el peso de la anciana, cada vez mayor. Las aguas se arremolinaban peligrosamente alrededor de sus piernas, pero en ningún momento pensó en dejar su empeño, hasta que logró llegar a la otra orilla.
Una vez allí, se agachó en busca de una sandalia que se le había soltado con el esfuerzo. Cuando la encontró, se la puso, y al terminar y alzar la vista, ante él no se encontraba la anciana, sino una bellísima mujer con una deslumbrante corona de oro en la cabeza: la mismísima Hera en persona. La diosa, en gratitud por su compasión ante la anciana, le premió con su protección en las aventuras que correría después.
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