Cuando en 1922 fue descubierta la tumba de Tutankamon por Howard Carter, varias en las cosas que se encontraron en las cámaras: vasos y jarros de alabastros, cofres, camas de ébano, bastones, ushebtis, vasos de plata, sandalias, guantes, un carro de guerra, trompetas, taburetes, ramilletes de flores, varios instrumentos musicales... Y un trono de oro.
Hecho de madera, chapa de oro, plata, piedras preciosas, vidrio y bronce, con 104 metros de altura, hoy se puede visitar en el Museo Egipcio de El Cairo. Es, sin duda, el asiento más lujosamente ornamentado de los que se encontraron. Aunque de apariencia fuerte, debido al panel del respaldo, en realidad no pesa tanto, ya que el asiento y las patas no son macizos -pero estuvieron recubiertos de mallas caladas.
Sin duda, lo más llamativo es el respaldo, donde están representados el faraón y su esposa Nefertiti. la escena está dispuesta sobre una chapa de oro con incrustaciones. Como es típico del estilo amarniense (cuellos largos y estilizados, vientres abultados), la pareja se muestra de forma natural y hasta cariñosa: el rey está siendo ungido con aceite aromático por su esposa, mientras que el dios Atón -el disco solar- extiende sus rayos acabados en manos sobre ambos.
2 aportaciones:
Mucho faraón, hijo de los dioses y demás, pero el trono tiene una pinta de incómodo con esos relieves que se debían clavar en la paletilla. Jejeje.
Un saludo.
Jajaja. Supongamos que le pondrían más de un cojín para las largas horas de besamanos...
Un saludo.
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