La estatua de la libertad.


El 4 de julio de 1884 Francia regalaba a Estados Unidos la estatua de la libertad, en recuerdo de la alianza que ambas naciones habían hecho en la Guerra de la Independencia. Ambos países habían contribuido en los gastos que conllevaba la estatua, si bien Francia había aportado bastante más dinero. Y el lugar, la parte más alta de la bahía de Nueva York, junto a la desembocadura del río Hudson, de forma que la estatua fuera visible para todos los barcos que llegaran a la ciudad.

La imagen, femenina, con 46 m. de altura -aunque el conjunto, incluido el pedestal alcanza más de 90m- hecha de láminas de cobre y hierro, cubierta con una túnica larga y ancha al modo clásico, tiene el rostro de la madre del escultor, F. A. Bartholdi. En la mano derecha lleva una antorcha iluminada -realmente, la estatua se llama "La Libertad iluminando al mundo"-, y en la izquierda, una tablilla de leyes con la fecha de la independencia de Estados Unidos. A sus pies, una cadena rota simboliza el fin de la dependencia de las trece colonias inglesas.

Pero la imagen va más allá de esto, recordando con su aspecto el de la diosa Libertas romana o la Eleutheria griega: la que simboliza la capacidad de decisión del ciudadano libre, especialmente cuando toma decisiones con el conjunto de su pueblo que conllevan el fin de una dependencia política o económica. Femenina, altiva, con gorro frigio (la estatua estadounidense lleva una corona de rayos de sol) y un cetro en la mano (símbolo de la decisión, el poder o la libertad). Los griegos asociaron este poder de decisión con un culto específico a Zeus, a partir del s. VIII a.C., y en la fiesta que estaba asociada se liberaban a algunos esclavos. Los romanos la celebraban en febrero.

Desde 1924 es monumento nacional de Estados Unidos, y desde 1984, patrimonio de la Humanidad.Cerca de uno de los puentes del Sena, en París, se guarda una réplica de 11 metros.

2 aportaciones:

Cayetano dijo...

Todo un símbolo, de un país y de una gesta: la lucha por la libertad.
Saludos.

Negrevernis dijo...

Y qué bien lo saben vender, ¿verdad?

Un saludo.