Gauguín, el loco por la Polinesia.

Paul Gauguin debió de ser, para la época, un personaje extraño, puede que incluso rebelde, utópico, soñador... El final de su vida está marcado, en lo personal, por sus enfrentamientos con las autoridades locales en favor de las comunidades indígenas de la Polinesia, y en lo profesional, por una ruptura con el movimiento impresionista al que había pertenecido.

Gauguin (París, 1848- Polinesia francesa, 1903) fue hijo de un periodista, exiliado en época del emperador Napoleón III (1851). Con algo más de veinte años trabajó en un empresa financiera de París, al mismo tiempo que iba a clases de pintura y conocía a los impresionistas. Cuando la Bolsa parisina entra en crisis en 1883 decide abandonar su acomodada vida para dedicarse por entero a la pintura. Al no lograr el apoyo económico y personal que buscaba en su familia política, acabó por abandonar a su mujer y a sus hijos.

Entrar en contacto con Van Gogh parece ser que cambió radicalmente su vida a partir de este momento; intentó trabajar con él, pero los problemas de carácter de ambos hicieron imposible este proyecto.


1891 marca un antes y un después en la vida del pintor. Abandona Francia y se marcha a Tahití, regresando a su país de forma puntual en dos ocasiones. Deja atrás también el movimiento impresionista para dar un paso más allá: mostrar la vida diaria de los habitantes de la isla, a través de un estilo nuevo: colores planos con pocos matices, ausencia de estudios de perspectiva y búsqueda de presentar las relaciones que se establecen en una sociedad primitiva. A nivel personal, defenderá esa forma de vida, considerando que no está intoxicada por los males de su época.

Considerado postimpresionista, es posible, sin embargo, que siguiera de alguna manera la estela de Van Gogh, en la búsqueda de la expresión de emociones personales y una personalidad atormentada.

  • En el Museo D'Orsay se pueden visitar obras emblemáticas de este pintor, como su famoso cuadro Mujeres de Tahití, aquí.

6 aportaciones:

PACO HIDALGO dijo...

Gaughin es un pintor fascinante, de los que más me gustan (su autorrretrato es mi imagen en blogger), que lleva al extremo ese espíritu aventurero y romántico del siglo XIX, capaz de dejar su familia, su vida acomodada y burguesa por la pintura, y dejar la civilización por la búsqueda de la sociedad primitiva no contaminada. Un acierto esta entrada. Felices Reyes.

Negrevernis dijo...

Es posible, además, que Gauguin luchara en su mundo interior, como Van Gogh, y esa idea de ruptura y dolor consigo mismo lo que me llama la atención. Personalmente, prefiero a Van Gogh, pero nos movemos más o menos en el mismo estilo artístico.

Buen día para ti también.

Cayetano dijo...

Unos genios los que citas, pero bastante intratables por su fuerte carácter.
Si me dan a elegir yo también prefiero a Van Gogh, como pintor claro.
Un saludo.

desdelaterraza-viajaralahistoria dijo...

Siempre Gaugin y sus cuadros llenos de color han llamado mi atención. Supongo que por lo que de ruptura he supuesto tenían, lo que parece confirmado por lo dicho por ti al representar un modo de vida distinta, primitiva y sin contaminar. Me ha gustado tu entrada. Un saludo.

Negrevernis dijo...

Cayetano. Imagino que los grandes Miguel Ángel, Leonardo o Mozart debieron de ser así también... Será cosa de genios...

Un saludo.

Negrevernis dijo...

Gracias, Dlt. Supongo que debió de ser su manera de enfrentarse a la sociedad de su época. Le tocó vivir en el ambiente revuelto de las revoluciones europeas de mediados del XIX.

Un saludo.