Esta prenda de vestir ya se usaba en el s. XVII, dentro de la moda francesa (casaca, chupa y calzón) que seguían en Europa las clases más adineradas. A principios del s. XIX se siguió utilizando para los actos protocolarios de la Corte.
Parece ser que su origen se encuentra en la vestimenta civil usada por el rey Luis XIV en Versalles, una adaptación de la ropa empleada por los croatas que servían en el ejército francés, acompañado de la corbata militar; fue introducida en el resto de Europa a partir de mediados del s. XVII, primero en Inglaterra.
Fue Felipe V, el nieto del Delfín de Francia, quien usaba con cierta preferencia la moda francesa en la Corte, tal vez como un deseo de no olvidar -ni hacer olvidar- su origen francés. La chupa era ya entonces un término usado para una parte de los trajes del ejército.
Ajustada al cuerpo, larga hasta un poco más abajo de la cintura, este chaleco era de telas finas e iba decorada con bordados, por encima de la camisa. Iba abotonada por delante y al principio tenía mangas largas y estrechas, siendo igual de larga que la casaca que la ocultaba hasta el s. XVIII.
4 aportaciones:
Los franceses impusieron durante muchos siglos la moda en el vestir. Aparte de la "chupa", tuvimos la capa corta y el sombrero de tres picos, motivo del célebre motín popular en Madrid, más tarde el "paletot" ("Cuando Fernando VII usaba paletot", canción infantil en recuerdo de la época de las abdicaciones de Bayona). Se imitaba lo francés. Era sinónimo de buen gusto y de ir a la "última".
Un saludo.
Esa canción la cantaba en el cole cuando era pequeña, cambiando todas las vocales de sitio una y otra vez.
Efectivamente, tuvimos una larga temporada de afrancesamiento, lo más chic.
Un saludo.
Estimada Negrevernis, con tu entrada me ha venido a la memoria la expresión "poner a alguien como chupa de dómine", es decir, reprender a uno criticándolo con ensañamiento, en clara alusión al aspecto desaseado y deastrado de aquella vestimenta que portaban los maestros cuyos ingresos eran tan míseros que poco daban para reponer su ajada ropa; ya nos lo presenta el propio Quevedo en su obra "El Buscón" cuando nos habla de la "chupa del dómine Cabra".
Me ha gustado mucho tu entrada, que nos demuestra que la lengua, como la energía, ni se crea ni se destruye, de transforma.
Mil saludiños prenavideños.
Profedegriego, gracias por acercanos la anécdota literaria y lingüística. Un ejemplo de cómo historia y Lengua se pueden unir...
Un abrazo.
Publicar un comentario