Abraham Lincoln (1809-1865) fue el decimosexto presidente de EEUU. Aunque, claro, tal vez tú lo hayas visto en las monedas de un centavo de dólar o los billetes de cinco dólares...
De familia muy humilde (era hijo de un agricultor emigrante del Estado de Virginia que marchó hacia Indiana para probar fortuna), se le recuerda como el defensor de la abolición de la esclavitud y la ampliación del territorio estadounidense. La situación económica apurada de su familia le llevó a asentarse posteriormente en Nueva Orleans e Illinois, donde trabajó en un almacén. Posteriormente se alistó en el ejército y militó en el Partido de los Whig, llegando a ser elegido para el Congreso, para luego participar en el Partido Republicano, ya una vez casado y ejerciendo como abogado.
Su poderosa oratoria le ayudó a ascender en la carrera política, hasta ser elegido Presidente en otoño de 1860. La Historia le ha reservado un sitio como defensor de la unión de los Estados del Norte en la Guerra de Secesión americana (1861-1865), durante la cual pronuncia su discurso más famoso -de Gettysburg, 1863-, defendiendo el honor, la unidad y el sentimiento norteamericano; antes de terminar la guerra proclama la abolición de la esclavitud en Estados Unidos y defiende abiertamente los derechos políticos de los nuevos ciudadanos de raza negra.
Fue asesinado por un fanático sureño mientras se encontraba en una representación teatral, acompañado de su esposa, el 14 de abril de 1865.
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