El nombre de Felipe y España (V): Felipe V (segunda parte)

Cuando se firmaba el Tratado de Utrecht en 1713 se abría la puerta al trono de España para la dinastía francesa de los Borbones. Felipe d'Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV, se convertía en el sucesor de Carlos II de Habsburgo, reinando como Felipe V.

Casado en primeras nupcias con María Luisa Gabriela de Saboya (1688- 1714), hija del duque Víctor Amadeo de Saboya y de la princesa Ana María de Orleáns. Su suegro no desaprovechó la ocasión que se le presentaba, y nombró como camarera personal de la nueva reina de España a María Ana de Tremouille, duquesa de los Ursinos; de esta manera, el rey francés se aseguraba una fluida comunicación entre los nuevos reyes y su persona, pudiendo así influir en la política española, aunque de manera discreta. 
María Luisa de Saboya
La influencia francesa se dejó ver pronto en las líneas básicas de la política exterior de los nuevos reyes, hasta aproximadamente el año 1720. Bajo la influencia de la duquesa de Ursinos y Luis XIV, esta primera parte del reinado de Felipe V se caracterizó por la renovación cultural de España, la fundación de la Biblioteca Nacional (1712), de la Academia de la Lengua (1713) y luego de otras -al modo francés- y la centralización de la Administración siguiendo la estela de Francia: se abolen los fueros aragoneses y valencianos, se suprimen las autonomías de Aragón y Cataluña y se implantan las leyes castellanas en todo el territorio, salvo en Navarra y las zonas vascas.

A la muerte de la reina María Luisa, Felipe V se casa con  Isabel de Farnesio (1692- 1766) , hija Eduardo y Dorotea de Neoburgo, duques de Parma. Es a partir de 1714 cuando la política seguida por Felipe V gira hacia la influencia italiana, idea sin duda apoyada -o motivada- por su esposa, que expulsó a la duquesa de los Ursinos de España, e iniciando una política exterior muy agresiva, encaminada a la revisión del Tratado de Utrecht y a la recuperación de algunos territorios italianos y mediterráneos, como Gibraltar y Mahón. La respuesta internacional no se hizo esperar, culminando en una guerra contra Francia, Inglaterra, Prusia, Holanda, Suecia y Dinamarca cuando España reconoce para la imperial Compañía de Ostende los mismos derechos comerciales que ya tenían Holanda e Inglaterra.

Felipe V e Isabel de Farnesio

Felipe V abdica en 1724 en su hijo Luis; se esperaba la muerte prematura de Luis XV (que, sin embargo, murió en 1774); si su padre y el duque de Borgoña, hermano de Felipe V, morían, Felipe V podía acceder al trono de Francia. Para ello era imprescindible que abandonara el español. Sin embargo, Luis I murió en agosto y Felipe V, viendo que sus posibilidades de reinar en Francia disminuían, volvió a tomar la Corona española. 

La segunda parte del reinado de Felipe V se caracteriza por unas miras más españolas, abandonando la influencia italiana y se rodea de ministros españoles; los pactos familiares establecidos con Francia obligan a España a ayudar al país vecino en las guerras de sucesión polaca y austríaca, que permiten a Felipe V recuperar Nápoles y Sicilia. En este segundo reinado, además, los esfuerzos en política interior se centran en la restauración económica del país, la centralización administrativa, el fomento de la investigación desde las Academias y la Biblioteca Nacional y el impulso comercial hacia las Indias.



Felipe VI tuvo una numerosa descendencia, aunque varios de sus hijos murieron jóvenes; algunos de ellos, además, se alzaron en el trono de algunos países europeos de la época: con María Luis de Saboya tuvo cuatro hijos: Luis I (1707- 1724), Felipe y Felipe Pedro (que murieron de niños) y Fernando VI (1713- 1759), que fue rey a la muerte de su padre. Con Isabel de Farnesio tuvo varios hijos e hijas: Carlos III (1716- 1788), que fue rey de España a la muerte de su hermanastro Fernando VI, Ana María Victoria (1718- 1781), que fue reina de Portugal, Felipe I de Parma (1720- 1765), Mª Teresa (1726- 1746), que se casaría con su pariente lejano Luis Fernando, Delfín de Francia, y los infantes Luis Antonio (1727- 1785) y Mª Antonieta (1729- 1785).

Los cronistas cuentan que al final de sus días Felipe V presentó una grave incapacidad para gobernar, quizá fruto de un desequilibrio mental. Fue enterrado en el Palacio Real de la Granja, por deseo expreso del rey. 

2 aportaciones:

CAROLVS II, HISPANIARVM ET INDIARVM REX dijo...

Lo cierto es que la Casa de Borbón reina desde que se abre el testamento de Carlos II el día de su muerte (1 de noviembre de 1700), concretizándose con la llegada de Felipe V a la Corte de Madrid el 18 de febrero de 1701, que ponía fin al consejo de regencia liderado por el cardenal Portocarrero y la reina viuda doña Mariana de Neoburgo. La firma de los tratados de Utrect no hacía sino sancionar ese trono tran una larga guerra de sucesión contra el archiduque Carlos, que había sido proclamado Carlos III de España en 1703 en Viena por parte de su padre el emperador Leopoldo I y que como tal había sido reconocido por los aliados y por una parte de la sociedad española, en especial en la Corona de Aragón. Hubo momentos en los que la corona de Felipe V pareció tambalearse y estar perdida, en especial 1706 y 1710, pero la fidelidad del pueblo pueblo castellano, que rechazaron a Carlos como rey y el apoyo militar francés, consiguieron asegurar la Monarquía Hispánica para la dinastía, aunque con el carísimos precio de perder los territorios europeos, algo que como bien indicas se intentó solucionar con el revisionismo mediterráneo de Alberoni y que acabó, años después por sentar en los tronos de las Dos Sicilias y de Parma a dos ramas subsidiarias de la Casa de Borbón española.

Un saludo

Negrevernis dijo...

Gracias por tu interesantísima aportación, Carolus. Efectivamente, el reinado de Felipe V se hizo efectivo con la firma definitiva del testamento de Carlos II (tras varios escarceos con los otros candidatos): algo que los países europeos no podían permitir, pues suponía tener a los Borbones con la posibilidad de gobernar sobre un amplio territorio europeo y colonial.

Un saludo.