Las sandalias -soleae-, siempre de cuero, eran usadas por trabajadores y soldados para sus tareas cotidianas; las clases altas sólo las usaban en casa, ya que eran poco vistosas y mal vistas socialmente. La suela tenía unas tiras de cuero que se juntaban en el centro, sujetando el pie.
Sin embargo, el zapato más usado por los romanos era el calcei, un zapato de suela gruesa con una cobertura de cuero que cubría todo el pie, como una bota. En algunos sitios se incluían unos clavos que evitaban el deslizamiento. Sus colores eran variados: rojo para los senadores y marrón para los patricios; las mujeres usaban una versión más suave, con aspecto de botín para usar en zonas embarradas.
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