07 diciembre 2009

El arte de la seducción.

Lo del arte de la seducción no es invento de ahora: ya en la Edad Media las damas buscaban los mejores cosméticos, perfumes (agua de rosas y de romero mezcladas con azahar o lavanda), tintes y cremas de olor. Y además en una época en la que a las mujeres sólo se las permitía, oficialmente, las normas básicas de higiene personal.

Sin embargo, a las señoras medievales les gustaba, como a las que más, peines, espejos, polveras, limas, tijeras, pinzas, plumas de maquillaje, ungüentos,... La belleza que se perseguía era clara: ser rubia, de piel blanca y fina, labios y mejillas de rabioso rojo, sonrisa perfecta y finísimas cejas.

Los cosméticos usados eran de productos naturales:
  • baños de azafrán para aclarar el pelo,
  • agua de limón y azúcar para desagrietar las manos,
  • aplicaciones de sangre de murciélago para evitar la caída del cabello,
  • jabón con miel para mejorar el olor corporal,
  • mascarillas de grasa de cerdo y bilis de carnero o de harina de habas para el cutis.
Ah, y el cuidado de los dientes tampoco es cosa de ahora: el aliento se perfumaba con canela o masticando hierbabuena, verbena o mondas de limón; los dentífricos, con huesos de sepia, coral o conchas. Y si era necesario, las piezas cariadas se sustituían por huesos de vaca, marfil, mármol o perlas...

2 comentarios:

  1. Fijate lo económicos que eran los remedios de entonces y lo que nos complicamos la vida hoy en día.
    Bueno, la verdad es que yo no demasiado...

    Un abrazo.

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  2. No sé yo de la efectividad de la sangre de murciélago...
    Saludos.

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