Lo del arte de la seducción no es invento de ahora: ya en la Edad Media las damas buscaban los mejores cosméticos, perfumes (agua de rosas y de romero mezcladas con azahar o lavanda), tintes y cremas de olor. Y además en una época en la que a las mujeres sólo se las permitía, oficialmente, las normas básicas de higiene personal.
Sin embargo, a las señoras medievales les gustaba, como a las que más, peines, espejos, polveras, limas, tijeras, pinzas, plumas de maquillaje, ungüentos,... La belleza que se perseguía era clara: ser rubia, de piel blanca y fina, labios y mejillas de rabioso rojo, sonrisa perfecta y finísimas cejas.
Sin embargo, a las señoras medievales les gustaba, como a las que más, peines, espejos, polveras, limas, tijeras, pinzas, plumas de maquillaje, ungüentos,... La belleza que se perseguía era clara: ser rubia, de piel blanca y fina, labios y mejillas de rabioso rojo, sonrisa perfecta y finísimas cejas.
Los cosméticos usados eran de productos naturales:
- baños de azafrán para aclarar el pelo,
- agua de limón y azúcar para desagrietar las manos,
- aplicaciones de sangre de murciélago para evitar la caída del cabello,
- jabón con miel para mejorar el olor corporal,
- mascarillas de grasa de cerdo y bilis de carnero o de harina de habas para el cutis.
Fijate lo económicos que eran los remedios de entonces y lo que nos complicamos la vida hoy en día.
ResponderEliminarBueno, la verdad es que yo no demasiado...
Un abrazo.
No sé yo de la efectividad de la sangre de murciélago...
ResponderEliminarSaludos.