Lucy y los diamantes.



Sonaba esta canción cuando Donald Johanson descubría, en 1974, el esqueleto femenino de uno de los individuos más antiguos del planeta. Fue inevitable llamarlo Lucy, el hallazgo de Australophitecus afarensis AL 288-1 encontrado cerca de Hadar (Etiopía); la zona ya había revelado otros secretos de más de cinco millones de años de antigüedad, así como conjuntos de herramientas líticas asociados. Lucy había vivido hacía 3'5 millones de años.

El nuevo esqueleto era especialmente importante, ya que los arqueólogos tenían delante aproximadamente un 40% de restos óseos de un mismo esqueleto, que, junto con las huellas de Laetoli, permitirían identificar la especie: vértebras, huesos de las extremidades, parte de la pelvis, huesos de manos y pies, la mandíbula inferior y parte del cráneo (estos dos últimos restos, aún con rasgos simiescos). Lucy habría medido más o menos un metro de altura (propio del dimorfismo sexual que se atribuye a su especie) y caminado por bosques y sabanas de la zona, tal vez ayudándose de las manos o todavía trepando por árboles, como sus largos brazos y cortas piernas parecían indicar.

En el año 2006 se descubría, en la misma zona, un esqueleto femenino infantil completo, con una antigüedad similar, de manera que pronto fue conocido como "bebé Lucy", aunque los arqueólogos lo habían bautizado como Selam (paz).

Una red social del Renacimiento.

Hace unas semanas mis alumnos de 2º ESO debían realizar un trabajo de biografía sobre algunos personajes históricos del Renacimiento. A fin de no aburrir con pesadas copias de la Red, debían trasladar esa información a un perfil de una red social ficticia.

He aquí tres resultados:

El Jardín de las delicias.

Nadie puede poner en duda la enorme imaginación del holandés Hieronymus Bosch (1450- 1516). Hijo, nieto, sobrino y hermano de pintores, es muy probable que aprendiera las técnicas en la casa familiar; unido a su matrimonio con una joven de buena familia, pudo dedicarse a la pintura sin salir de su ciudad natal, siendo admirado incluso por el rey más importante del momento, Felipe II. Adoptó como sobrenombre el de su ciudad natal, para distinguirse de su hermano, que, como primogénito, había heredado los derechos de usar el apellido familiar en el negocio.

Su estilo, caracterizado por representaciones llenas de figuras, mundo fantásticos, sátiras y críticas a su época, está totalmente alejado de la moda imperante del momento. La debilidad humanas y las tentaciones de la vida fueron sus temas favoritos, así como las costumbres, dichos y saberes populares; inmerso en un mundo espiritualmente en crisis, la Europa de finales del s. XV), llevó a sus obras el pecado constante que la masa popular consideraba que era su vida, con un lenguaje fuertemente plástico y simbólico. Al final de su vida, sin embargo, se centró en tranquilas representaciones de la Pasión.

El Jardín de las delicias es, sin duda, una de sus obras más conocidas: un tríptico de óleo sobre tabla hecho entre 1500 y 1505. La tabla izquierda representa al Paraíso (Dios entrega Eva a Adán, acompañados por animales y aves), la derecha el Infierno (con torturas musicales y físicas), y la escena central, el jardín de los placeres pecaminosos de la vida (hombres y mujeres mezclados con animales, frutas, plantas y flores). El tríptico cerrado presenta alusiones al tercer día de la Creación. La obra debe verse, entonces, de izquierda a derecha: Paraíso y caída, pecado, juicio y castigo por los pecados.


El lenguaje simbólico de sus miniaturas es evidente: la fragilidad de la vida, representada en las flores de la tabla central, las arquitecturas demoníacas de la tabla derecha, el pecado de lo carnal, representado en las frutas, la amenaza del Infierno en la fosa de primer plano de la tabla izquierda, las torturas eternas del Infierno, en los gigantescos instrumentos musicales,...

La tabla central es la más llamativa, desde una perspectiva elevada, se nos muestran miniaturas de hombres y mujeres desnudos (de raza blanca y negra), mezclados con aves exóticas o animales de tamaños desproporcionados. El centro es un estanque al que van a parar los cuatro ríos del Paraiso, con una fuente central sobre una esfera flotante. Sirenas, unicornios, extrañas embarcaciones, huevos llenos de gente, esferas de cristal y animales fantásticos pueblan todo el conjunto.


Para poder ver la riqueza de los detalles, os dejo esta presentación del profesor Juan Diego Caballero:


  • La obra en alta resolución, en la web oficial del Museo del Prado (Madrid), aquí.
  • Una descripción de la obra, aquí.

Los cambios religiosos del s. XVI.

¿Os suena Lutero? ¿Qué tiene que ver con los cambios religiosos del s. XVI? Pincha aquí para poder acceder a un esquema sobre este tema.

El DNI de Leonardo da Vinci

Comparto con vosotros un trabajo voluntario hecho por un alumno de 2º ESO, tras hablar en clase de la figura de Leonardo da Vinci:



El hoplita.

El guerrero griego anterior al s. VIII a.C entra en batalla desde un carro, elige a su enemigo, se baja y combate cuerpo a cuerpo contra él, con una de sus dos lanzas o con una afilada espada en forma de estoque. Lo protegen una compleja armadura de bronce (que le cubre desde el cuello hasta más abajo de la cadera), el yelmo (también de bronce y con penacho, frecuentemente también con carrilleras) y guardas; su escudo es grande, redondo o en forma de ocho, de cuero y bronce, suficiente para cubrirle casi por completo, y lo lleva colgado por una correa al cuello, de forma que puede girarlo para protegerse la espalda o el pecho.

Son las obras de Homero las que más datos nos aportan del soldado griego de estas épocas, aunque suponemos que algunas de las cosas descritas por él, como los combates individuales, no eran frecuentes, en favor de los ataques en masa de un ejército que, por otra parte, no debía de ser excesivamente disciplinado.

El cambio llegó pasado el s. VIII a.C, cuando este ejército se convierte en una verdadera formación disciplinada, la falange, organizada en filas de hasta más de ocho soldados de fondo, de manera que cuando uno caía, otro le reemplazaba inmediatamente. Un nuevo escudo, redondo y más corto (de la barbilla a las rodillas) era más ligero, y permitía cubrir a su propietario y al soldado de la izquierda, cuando se avanzaba en formación apretada. También se redujo el armamento: una lanza y una espada corta, aunque se mantuvo la armadura.

El nuevo soldado es un varón ateniense de entre 17 y 59 años, de familia rica (porque eran las únicas que podían permitirse pagar el equipo): el hoplita. Se elegían tres generales, aunque sólo uno era el que iba con el ejército y los otros eran comandantes por turnos. Estos soldados se agrupaban por tribus, y estas se repartían en compañías y filas, cada una con su propio jefe, que iba en primer línea de combate. Los mensajes y órdenes entre las distintas filas y jefes se enviaban por medio de heraldos previamente elegidos.

  • La falange luchó valientemente en la batalla de Maratón, aquí.

El primer poeta fue una mujer.


¡Reina de todos los me, luz radiante,
mujer dadora de vida, amada por An (y) Urash,
hieródula de An, la muy enjoyada,
que ama la tiara que da la vida, digna de señorío,
que empuña en (su) mano los siete me!"
..........
"He entrado antes que tú en mi santo gipar,
yo la en, Enkheduanna,
llevando la cesta masab, pronuncié un alegre canto,
(pero ahora) ya no habito en el hermoso lugar que tú estableciste.

(Himno de exaltación a Inanna)
Con excesiva frecuencia los personajes históricos que más relevancia parecen tener son hombres. Sin embargo, la primera persona de la Historia a la que se le ha atribuido la autoría de un texto es a la princesa acadia Enkheduanna (c. 2280 a.C- 2250 a.C), hija del rey Sargón.


Su origen noble le valió para ser nombrada por su padre Gran Sacerdotisa del dios Nanna en la ciudad de Ur. Algunos restos arqueológicos (unos sellos cilíndricos, un disco de alabastro -en la imagen; Enkheduanna es la tercera figura por la derecha) nos dan datos sobre esta mujer, seguramente la primera poetisa conocida, autora de un texto dedicado a la diosa Inanna -diosa del amor-, aunque parece ser que también realizó otros cinco poemas de tema religioso.

Puzzle: ¿Quién es este personaje?

Pasa un rato entretenido haciendo este puzzle. Clica sobre una pieza y esta se moverá al hueco que tenga más cerca. ¿Quién es este personaje histórico?

Vestir en la Corte de Felipe II

Uno de los rasgos más llamativos del rey Felipe II fue su costumbre a vestir de negro. Mucho se ha dicho sobre esta moda que impuso en la Corte, quizá asociada a su legendaria austeridad y catolicismo, apartándose del colorido y las vistosas mangas de los trajes femeninos del reinado de su padre, por ejemplo. El color negro homégeneo, por otra parte, era muy difícil de conseguir, de manera que era también un signo de distinción, elegancia y poder. El traje protocolario de la corte española quería transmitir el poderío de una Casa que se extendía más allá de Europa.

El vestido masculino de la Corte consistía en jubón sobre camisa, calzas de muslos acuchillados y medias. Sobre el jubón, coleto sin mangas o ropilla con mangas. Como complemento, el cuello de lechuguilla -que se fue agrandando durante el reinado de su hijo. Como abrigo, varias ropas a elegir: capa, ferreruelo o tudesco.

La mujer, por su parte, presentaba cintura muy estrecha y torso plano, acorsetado. Saya, jubón y basquiña sobre las prendas interiores. La ropa femenina, en general, era de formas muy amplias, que ocultaban el cuerpo de la mujer, sólo destacado por los cuellos de lechuguilla, joyas y complicados peinados.

Ra castiga a los hombres.

El dios Ra vivía en la tierra como soberano de los seres humanos, y había comenzado a envejecer, y los hombres aprovecharon la situación para preparar una conspiración contra él. Pronto el dios Sol se dio cuenta y llamó a su Divino Ojo, bajo la forma de la diosa Hathor, así como a sus amados hijos Shu, Tefnut, Geb y Nut, que llegaron acompañados de los ocho dioses primordiales de las aguas, la oscuridad, el poder invisible y lo ilimitado. Los juntó a todos y les pedió consejo: ¿qué debía hacer con los hombres? Todos estuvieron pronto de acuerdo: había que destruir a la Humanidad, y la poderosa diosa Hathor fue la elegida para la misión, bajo la forma de la terrible leona Sekhmet.

La diosa- leona mató a muchas personas y caminó orgullosa entre la sangre derramada. Sin embargo, Ra pronto decidió que el castigo ya había sido suficiente; sabedor de que Sekhmet no calmaría así como así su sed de sangre y venganza, decidió distraerla para apartarla de los seres humanos, y ordenó al sacerdote del templo de Heliópolis que hiciera siete mil jarras de cerveza teñida de rojo, que fueron vertidas en el suelo con la apariencia de un inmenso lago de sangre.

Sehkmet se acercó, bebió la cerveza y se emborrachó hasta olvidar por completo que su misión era matar a toda la Humanidad. Dejó su firma leonina y volvió a ser Hathor.